Teniendo como escenario la majestuosa zona arqueológica de Teotihuacán la organización ambientalista Greenpeace, celebró el Día nacional del maíz, en donde integrantes y voluntarios de Greenpeace México ofrendaron la lucha que realizan junto con otras organizaciones, agricultores y consumidores desde hace 17 años, por conservar la biodiversidad de este grano, base de nuestra alimentación.
En medio de una ceremonia compuesta de 9 danzas rituales interpretadas por medio centenar de danzantes la organización mostró una manta con la leyenda México es maíz. #ComidaSana, en recordatorio de que, al promover su conservación, estamos defendiendo también a nuestro país y a sus campesinos al tiempo que garantizamos tener una alimentación variada, y saludable. Se trata de una manifestación pacífica y muy simbólica para exigir a las autoridades una política pública que desincentive los monocultivos de maíz —que sólo benefician a grandes corporaciones— y favorezca a los pequeños productores que sostienen la diversidad de este grano fundamental, en su mayoría de forma ecológica.
En la Plaza de la Luna, al pie de la pirámide que lleva el nombre de este astro, los asistentes llevaron a cabo el ritual para agradecer la diversidad de maíces mexicanos y reafirmaron su compromiso en la protección de la riqueza genética heredada por nuestros ancestros.
Esta intervención fue una de las 29 actividades realizadas a nivel nacional en conmemoración del Día Nacional del Maíz, que en su octava edición mantiene su rechazo a los cultivos transgénicos y a los subsidios gubernamentales dirigidos a un modelo industrial obsoleto y dañino de producción de alimentos. Estas actividades consistieron en talleres de semillas en plazas públicas para invitar a la gente a reencontrarse con este grano y sumarse a su defensa a través de su consumo. Esa es la mejor manera de preservarlo.
“Su defensa, la lucha por su conservación es cada vez más vigente porque actualmente el presupuesto gubernamental está destinado a fortalecer el modelo de agricultura industrial, con una visión cortoplacista e irresponsable, un modelo con un uso desmedido de agrotóxicos, algunos prohibidos en varios países por sus impactos negativos para el medio ambiente y la salud de los consumidores y trabajadores del campo”, aseguró Aleira Lara, coordinadora del programa de Agricultura y Alimentación de Greenpeace México.
“Lo que en Greenpeace demandamos es un cambio en las políticas públicas que impulsen proyectos agroecológicos, que actualmente son autónomos, autogestivos y que no reciben ningún apoyo público ni privado. Nuestra demanda es agricultura ecológica, sin transgénicos ni plaguicidas, que fortalezca nuestra soberanía alimentaria y el derecho de los mexicanos a decidir qué comer y cómo producirlo, favoreciendo un medio de vida digno para los campesinos y comida sana para todos”, añadió Lara.
Un ejemplo de las empresas que auspician el modelo de monocultivos con un solo tipo de semilla y con grandes cantidades de plaguicidas es Bimbo. La empresa panificadora más grande del mundo no se ha comprometido con una transición hacia la agricultura ecológica y a eliminar plaguicidas altamente tóxicos de su cadena de producción, por lo que Greenpeace mantiene un recordatorio constante para que la firma, al igual que otros líderes de la industria alimentaria nacional, lleven comida sana a nuestras mesas.
Durante casi 9 mil años, el maíz ha sido el sustento de los distintos pueblos que seleccionaron sus semillas y perfeccionaron sus variedades en México y Mesoamérica, por lo que el país es considerado como “centro de origen” de este grano fundamental para la alimentación global. Por ello, la importancia del maíz rebasa el ámbito de lo nutrimental y lo gastronómico, y se inserta en la tradición, la cultura, la identidad de México y otros países latinoamericanos. Sólo en México se encuentran 59 de las casi 220 razas de maíz identificadas en el continente americano, incluido el teocintle, el más cercano predecesor del maíz actual.
El maíz también es central en la cosmovisión y mitología de los antiguos mexicanos. En el Popol Vuh de los mayas, por ejemplo, los hombres fueron moldeados por los dioses en masa de maíz.
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