La serpiente

Símbolo durante mucho tiempo de la maleficencia y portadoras de mala fortuna, las serpientes, tan misteriosas e inquietantes para el hombre, son animales silenciosos que se han convertido en  víctimas de una leyenda que hace de ellas seres temidos; sin embargo, y a pesar de su insólito aspecto, con su caminar ondulante, su lengua bífida y su característico silbido, no todas son peligrosas.
En realidad, no existen más que 600 especies venenosas entre todas las que componen el orden de los ofidios.  Buscadoras del calor, muchas viven en las zonas tropicales, en los desiertos más áridos y en las regiones más inhóspitas, pero también se las encuentra en comarcas de clima templado e incluso, excepcionalmente, más allá del Círculo Polar Ártico, como en el caso de la Vipera berus y en el de la culebra de collar.  La arena, las rocas y los matorrales son sus lugares de refugio preferidos.  No todas habitan en tierra firme; algunas como la anaconda, moran en los albañales o en los ríos ecuatoriales.  Para cazar o defenderse, unas muerden a sus víctimas, matándolas con su veneno; otras como las boas y las pitones, inmovilizan a su presa y la ahogan enrollándose alrededor de ella, de donde les viene la denominación de serpientes constrictoras.
Cada especie posee características propias, adornos y colores específicos, así como un tamaño adaptado al medio en que habita. En regiones descubiertas, en los desiertos africanos o americanos, algunas cambian de color para camuflarse.  Recubiertas por una piel bastante sólida que se renueva periódicamente, no se hieren al deslizarse por el suelo.  Además, la elasticidad de dicha envoltura es tal, que pueden tragar enormes presas que les alimentan durante semanas.  Su cuerpo ligero, puede enredarse alrededor de una rama, trepar a los árboles, sumirse en agujeros estrechos o erguirse en posición de acecho.
Para muchas personas las serpientes resultan “mascotas exóticas”, y desafortunadamente también son utilizadas como una forma de entretenimiento del mismo tipo, como alimento o vestimenta; sin embargo, como todos los animales, tienen el interés de procurarse estados de bienestar y evitar estados dolorosos, utilizarlos en cualquiera de estas formas, vulnera estos intereses.