El ser rocker, metalero o punk no sólo se identifica mediante la música en tu computadora, existe todo un código de vestimenta, de arreglo físico que identifica a las personas. Y si eres de los que dice “yo me visto como yo quiero, soy tan metalero que no sigo ningún código” te invito a que la siguiente vez que vayas al Chopo vayas vestido con una polo rosa y pantalón caqui, y nos escribas contando tu experiencia.
En general, tanto el metalero como el punketo y hasta el emo rocker visten de negro, con un atuendo “desarreglado” o de menos que reta a la idea de estética. Sin embargo, cada estilo varía dentro de esta escala de negros, por ejemplo en el cabello: un punketo usará mohawk mientras el metalero tenderá a tener cabello largo y suelto.
Detalles de este estilo nos identifican, nos separan de otros y nos dan un sentido de pertenencia entre el grupo al que queremos pertenecer. Lo curioso es que cada vez es más común romper estos estereotipos o acuerdos de vestimenta y pertenencia. Sigo creyendo que ir de polo rosa al Chopo es un caso extremo, pero no podemos negar las mezclas que hemos hecho entre estilos. Un caso ejemplar son las famosas botas Dr. Martens.
La historia empieza en 1960, cuando el doctor Klaus Märtens, tras una lesión de tobillo inventó unas botas con válvulas de aire, las ahora famosas Dr. Martens. En sus inicios, las botas eran famosas únicamente entre la clase obrera, por su comodidad. Unos años después, tras el movimiento hippie, inicia el movimiento punk, que expresaba anarquía, enojo y muchas ganas de cambiar las cosas, de una manera muy distinta a como esperaban cambiarlas los hippies. Este movimiento utilizó las botas como parte de su identidad, retomaba a la clase obrera al mismo tiempo que expresaba descontento y rechazo a los estándares de vestimenta.
De sus más icónicas apariciones fue cuando Pete Townshend, integrante de la banda The Who, utilizó las botas en el escenario para mostrar su afiliación con la clase obrera. De aquí, hubo un boom, todo aquel que se identificaba con el movimiento (y todo aquel que quería hacer enojar a sus padres) se consiguió unas botas. Con el tiempo, junto con el movimiento punk, las botas dejaron de dominar el escenario, muchos creían que quedarían en el olvido, utilizadas únicamente por unos cuantos.
Sin embargo, con un golpe de suerte y excelente publicidad las botas lograron regresar, y no sólo entre los punks si no que se extendieron y ahora forman parte fundamental del look de cualquier rockero y hasta de otros grupos. Ampliando sus modelos a colores, texturas y materiales que permiten que prácticamente cualquiera pueda mostrar unas Dr. Martens sin saber quién fue Sid Vicious, ahora cualquiera usa estas botas tan icónicas en algún momento.
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