En estos días, funcionarios de México, Canadá y Estados Unidos comenzarán la renegociación del TLCAN. El Secretario de Energía de Estados Unidos, Rick Perry, se ha referido a este proceso como una oportunidad para crear una estrategia regional amplia para el sector de energía.
Dado que el Presidente Trump se ha enfocado en desarrollar los combustibles fósiles, no será de sorprenderse que esta estrategia se concentre en el sector de petróleo, gas y carbón, así como en la infraestructura de oleo y gasoductos transfronterizos.
De plantearse así, esta estrategia repercutirá en el incremento de la contaminación, aumentarán las emisiones de gases de efectos invernadero, viéndose amenazados la salud de la población, así como su calidad de vida y el medio ambiente en la región.
Es responsabilidad de México y Canadá trabajar en conjunto con estados y ciudades de la Unión Americana para crear una estrategia dirigida a proteger América del Norte de los efectos del cambio climático y para beneficiarse de las tendencias globales hacia el desarrollo de la energía limpia y renovable.
Pareciera que el Presidente Trump y su administración han olvidado que el desarrollo del sector limpio y renovable implica un gran negocio para la región. Solamente en 2015, México recibió 4,000 millones de dólares, en inversión para energía limpia y renovable, situando al país en el top ten de países globalmente. Adicionalmente, se estima que en el México la energía renovable generaría 175,000 empleos directos e indirectos para el 2020.
Muchos estados y las ciudades en Estados Unidos han indicado su voluntad para participar internacionalmente en la lucha contra el cambio climático. Desde que el Presidente Trump anunciara e hiciera realidad el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París, diversos gobernadores y autoridades locales propusieron compromisos concretos para cumplir con dicho acuerdo. Más de 200 ciudades y 9 estados de ese país se han unido a la coalición «Seguimos adentro» («We are Still In»), cuyo objetivo es apoyar las metas del Acuerdo de París.
Marcela López Vallejo, Profesora-Investigadora Titular del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), mencionó que «los estados y ciudades de Estados Unidos, así como municipios, estados, provincias, ciudades y los gobiernos federales de Canadá y México, deben de colaborar para acelerar la reducción de costos que la energía limpia y renovable ha registrado en los últimos años». López Vallejo agregó que «en conjunto, estas entidades deberán comprometerse a metas más ambiciosas en el desarrollo de estas energías. Ello mandará el claro mensaje al mundo de que, fuera del gobierno federal estadounidense, la región de América del Norte está interesada en un liderazgo audaz e innovador».
Para México, esto tendrá consecuencias positivas como la creación de empleo, la disminución de la contaminación y la seguridad energética. También abonará al cumplimiento de las metas que México, Canadá y Estados Unidos hicieran en 2016 en el marco de la Cumbre de Líderes de América del Norte (North American Leaders’ Summit). Entre estos compromisos estaban alcanzar el 50% de energía limpia y renovable en la región para el 2025, avanzar en estándares regionales de eficiencia en electrodomésticos para reducir costos en negocios y familias, así como reducir la contaminación por gas metano y carbono negro, que causa problemas de salud tanto a la población como al planeta.
El desarrollo de proyectos conjuntos transfronterizos demuestra la voluntad para colaborar en el sector de energía limpia y renovable entre México y Estados Unidos. Ejemplo de ello es el parque eólico de Tecate, Baja California, integrado por 47 turbinas de viento que vende electricidad a San Diego Gas & Electric y provee de ésta a por lo menos 70,000 hogares del otro lado de la frontera. La expansión de este tipo de proyectos y las redes de transmisión a través de las fronteras puede ayudar a integrar políticas y estándares de energía limpia y renovable, así como dotar de estabilidad a la red eléctrica en América del Norte. Además, la integración transfronteriza permite a México impulsar el desarrollo de los recursos energéticos solares y eólicos, uno de los objetivos de la Ley de Transición Energética de 2015.
Gustavo Alanís Ortega, Director General del CEMDA, dijo que «una estrategia de energía para América del Norte debe promover también un sistema de transporte limpio y equitativo que provea calidad del aire adecuada en ciudades y áreas metropolitanas». Alanís Ortega agrego que «al trabajar conjuntamente para expandir la electrificación de vehículos, estados, municipios, ciudades y provincias pueden contribuir a la lucha contra el cambio climático y mejorar la salud y productividad de sus habitantes».
Un buen comienzo será expandir la red West Coast Electric Highway–una red de estaciones de carga para vehículos eléctricos que opera en Estados Unidos–hacia México y Canadá. El sector automotriz está intensamente integrado y con los recientes avances de armadoras como Volvo, Tesla o BMW, es claro que América del Norte necesita un plan estratégico para mantener la competitividad en tanto el resto del mundo busca autos menos contaminantes y desarrolla infraestructura para su operación.
La cooperación para fijar precios al carbono e incentivar el desarrollo de energías limpias y renovables es también parte fundamental de la estrategia de energía para América del Norte. La región ya ha avanzado en instrumentos para ello. México cuenta con una plataforma en la que se está preparando y probando la creación de un mercado nacional de carbono y de bonos verdes.
El país también cuenta con instrumentos fiscales como el impuesto federal al carbono (IEPS-carbono) operando desde 2014–se espera genere 1,000 millones de dólares anuales. En tanto Canadá implementará un programa nacional que pone precio al carbono comenzando en 2018. Algunas provincias canadienses ya cuentan con sus propios sistemas de fijación de precios de carbono mediante esquemas de mercado o impuestos. Por ejemplo, la provincia de Columbia Británica es líder mundial en desarrollo de impuestos al carbono y Ontario recientemente se unió al mercado de carbono entre California y Quebec.
México deberá considerar coordinar el mercado naciente de carbono y los instrumentos fiscales con aquéllos en Canadá y Estados Unidos. El mercado de carbono de California-Quebec ha demostrado que la integración es posible, promoviendo el crecimiento económico y la certidumbre regulatoria para el sector empresarial y de inversión. Al armonizar los sistemas de precios de carbono, se evita que las jurisdicciones sub-nacionales se enfrenten a un rompecabezas de regulaciones, impulsando reducciones de emisiones costo-efectivas.
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