Cada año —por la temporada de “secas”— en Lagos de Moreno, Jalisco, la fe popular acompañaba con rezos, estruendo de la cohetería y música de la banda local el paso en andas de “El Señor del Calvario” en su recorrido por cada uno de los templos de la población para solicitarle —durante el novenario correspondiente en cada uno de ellos— el beneficio de la lluvia en la comarca. Por las noches, después de la oración del rosario, el sonido del metal y las maderas de los juegos mecánicos instalados en el atrio o espacios aledaños al templo de estancia, armonizaba con los vapores surgidos de los puestos de antojitos regionales, transformado el rito religioso en convivencia vecinal. Salvo ocasionales excepciones, era inalterable el repertorio musical surgido de los grandes conos metálicos colocados en lo alto de los dos postes junto a la cabina de sonido. Uno de los temas recurrentes con dedicación de un “él” a una “ella” era “Mis noches sin ti” interpretada por Genaro Salinas («el tenor de la voz de oro») acompañado —si el dato en el rebusque del pasado no falla— por el Mariachi Pulido. Muchos años después supe que esta canción corresponde a la autoría musical de Demetrio Ortiz1 a partir de los versos de María Teresa Márquez.2
Algo de aquella letra y melodía me parecía un tanto extraños para el sonido tradicional del mariachi hasta que, con un afán de reconciliar el recuerdo por la voz de Genaro Salinas, la canción que remite a una época cuasi infantil —y los primeros embates de inquietud frente a Hortensia— me aclaró el origen paraguayo de esta bella canción y que ahora, en ligazón inconsciente, su aire regional muestra en tipografía el campo dolido de la montonera paraguaya, de aquel espacio en el que prole a prole le arrebatan la pobreza de su vida con el espejismo de un poco de justicia y bienestar para su precaria sobrevivencia. “Hijo de hombre” (1960) de Augusto Roa Bastos: un Cristo Leproso, el vagón quemado, Macario, María Rosa, María Regalada, Casiano Jara y Natividad, el Doctor Francia, el inalterable clima tórrido, el sufrimiento encadenado del pueblo misérrimo, la marchita tierra guaraní y unos ojos ya sin llanto; la justicia impuesta por el hombre fuerte dueño de vidas refundidas en la miseria atroz e insalvable, la misérrima existencia de los niños y los perros encanijados, una huida desesperada para regresar al lugar donde surgiera una esperanza indígena; la piel reseca por generaciones y lluvias esporádicas que no remedian el pesar; balas por respuesta a un reclamo natural, las vidas sacrificadas vorazmente… una realidad latinoamericana sintetizada en la horrible y desesperanzadora Guerra del Chaco.
Mis noches sin ti
Sufro al pensar que el destino logró separarnos,
guardo tan bellos recuerdos que no olvidaré,
sueños que juntas forjaron tu alma y la mía
en las horas de dicha infinita que añoro en mi canto
y no han de volver.
Mi corazón en tinieblas te busca con ansias,
rezo tu nombre pidiendo que vuelvas a mí,
porque sin ti ya ni el sol ilumina mis días
y al llegar la aurora me encuentra llorando
mis noches sin ti.
Hoy que en mi vida tan sólo queda tu recuerdo,
siento en mis labios tus besos que saben a miel, (dulce yvapurû3)
tu cabellera sedosa acaricio en mis sueños
y me estrechan tus brazos amantes
al arrullo suave del amor de ayer (de tu kunu’û4).
Mi corazón en tinieblas te busca con ansias,
rezo tu nombre pidiendo que vuelvas a mí,
porque sin ti ya ni el sol ilumina mis días
y al llegar la aurora me encuentra llorando
mis noches sin ti.5
1. Demetrio Ortiz es autor de la muy conocida “Sueños de Ipacaraí”, musicalización de los versos creados por Zulema Mirkin.
2. Hay disponibles una amplia variedad de versiones con diversos ajustes en el orden, tiempos verbales y énfasis instrumental: Ramona Galarza, Los Panchos, Raúl Shaw Moreno, Luis Alberto del Paraná y Los Paraguayos, Tlen Huicani, Enrique Chia (instrumental), Olga Chorens (con la Sonora Matancera), Los 3 Paraguayos, Jorge Cafrune, Claudia de Colombia, Miryan Beatriz, Julio Jaramillo, Sergio Denis, Irma Dorantes, Los Cuatro Hermanos Silva, Trío San Valentín… y seguramente muchas más no insertas en la internet.
3. La frase “dulce yvapurû” en la letra original de María Teresa Márquez, alude en guaraní a un arbolito ramoso, delgado, tortuoso, cuya particularidad consiste en dar su fruto en el propio tronco. Éstos aparecen a principios de Octubre en forma de florecitas blancas transformándose poco después en frutas muy dulces.
4. kunu’û, vocablo guaraní: caricia, mimo, según el diccionario guarani-castellano-3-kaa-mym y e-portalsur.com.ar
5. Muestra determinante de la ignorancia personal y para entender los dos términos en guaraní insertos en la canción: “El Paraguay tiene dos lenguas oficiales, a partir de la Constitución de 1992: el castellano y el guaraní. Esta última es la primera lengua indígena que ha alcanzado el estatuto de lengua oficial de estado en América.
“Dentro del territorio paraguayo se hablan también lenguas y dialectos correspondientes a otras cuatro familias lingüísticas: Lengua Maskoy, Mataco Mataguayo, Zamuco y Guaicurú.” paraguay.com
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