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Música y educación

Cuando pensamos en música pensamos en nuestros grupos preferidos, las canciones que marcaron algún momento de nuestra vida, ritmos que nos invitan a la fiesta, y demás sensaciones y vínculos con momentos relevante en nuestra vida. Y, generalmente, estas sensaciones y recuerdos son algo que nos gusta (aún si son canciones de dolor), incluso, me atrevería a decir que son gustos superficiales, al menos la gran mayoría de los temas que escuchamos. Es esta la razón por la cual la propuesta musical de Oumou Sangaré resulta tan especial. Esta cantante malí (gentilicio de Mali) utiliza la música como un medio de comunicación educativa, en la que busca transmitir la importancia sobre el derecho de los humanos, y principalmente de las mujeres. Canciones bajo el estilo Wassoulou, el cual integra música popular de la parte occidental de África, con tambores djembe y karyaing; instrumentos similares a los guajes, pero con cuerdas, conocido como kamalengoni; y el cual tiene su origen en canciones utilizadas para la caza.
La diferencia es que la letra de estas canciones no habla sobre la caza, ni incita a una actitud violenta, por el contrario, habla de experiencias sobre la discriminación e injusticias a las que las mujeres de esta región están sometidas, buscando crear conciencia, despertar a su propia gente, y también educar sobre estos sucesos a todos aquellos que se creen muy lejanos de una situación similar. De hecho, para la cantante, una de las fuentes principales de inspiración, fue su propia vida, y el sufrir de su madre; cuando, debido a la poligamia permitida, quedaron completamente desamparadas, y al ser dos mujeres (ella y su madre –embarazada–), se las tuvieron que ver bastante difícil para poder salir adelante. Gracias a su música y a su activismo político, Oumou Sangaré es embajadora de buena voluntad de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas y embajadora de la UNICEF.

También, es una fuerte empresaria en su país, con su propia marca de auto, el Oum Sang, su propia empresa Gonow Oum Sang, y dueña de su propio hotel en Bamako, la capital de Mali. El cual, dice haber ayudado a construir con sus propias manos, para enseñarles a las malís que se puede salir adelante, que es válido que una mujer trabaje, y que tenga un buen futuro. ¿Y por qué les cuento esto? Pues porque semejante personaje formó parte de la 40 edición del Festival Internacional Cervantino, llenando la Alhóndiga de Granaditas de música wassoulou, de pura vibra de paz y armonía.

 

 

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