El mundo de la era digital ha revolucionado nuestra forma de aprender, de disfrutar, de pagar… de vivir. Con ello, se han tenido que crear nuevas leyes y normas que vayan acorde a las necesidades actuales de la sociedad, y a los nuevos problemas que este mundo presenta.
Sabemos que la digitalización de la música, la venta y descarga por internet ha dado mucho de qué hablar; por un lado, los artistas se promocionan, es más fácil darse a conocer a un menor costo, pero por otro lado, ganancias que les correspondían se ven diluidas por la descarga ilegal, la creación de mp3 piratas y demás prácticas ilegales.
Actualmente, las grandes empresas discográficas enfrentan una fuerte demanda, que ya llegó al Tribunal Supremo, por prácticas monopólicas. Se les está demandando por conspirar para fijar los precios de la música que se vende vía internet, precios claramente infortunados para usuarios y artistas, pero con grandes recompensas para las compañías.
Este caso se planteó por primera vez en el 2008, aunque continúa en discusión y sin que se vislumbre una respuesta cercana, los artistas ya están tomando cartas en el asunto.
Tanto Pink Floyd como los Beatles llevaron a juicio su caso, alegando que los viejos contratos ya no funcionan pues aplicaban a una era material y no digital, que el arte de cada disco se ve alterado cuando las compañías permiten la descarga de canciones por separado, además de las desfavorables cuotas por descarga.
Ambos grupos ganaron las demandas, y pudieron establecer sus propias condiciones para integrarse al mundo digital. Si bien, probablemente ganaron debido a su importancia como grupo (que les da un grado relevante de poder), al menos sentaron precedente para que más bandas puedan luchar por sus intereses.
De la perspectiva de los usuarios, usuarios mexicanos, estas discusiones cada vez se vuelven más relevantes, más gente tiene acceso a la páginas de música y videos; aun así, según datos de la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales, el 72% de los encuestados escucha música por cds, casets o mp3: son pocos los que utilizan el internet para conseguir música, y aún menos los que pagan por ella (sólo 16% de los entrevistados descarga y paga por lo que escucha).
Esto no implica que los problemas que tanto artistas como usuarios están reclamando en otras Cortes del mundo, no apliquen a nuestro país, y que sea importante ir creando camino.
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