1616. Acrílica sobre cartulina. 21.5 x 28 centímetros.
En giro diferente en la recua de la historia y el padre de la Gitanilla, del licenciado Vidriera y de los perros parlanchines sería de los maldecidos en nuestro compendio patrio.
Esa posibilidad -benéfica para la literatura universal- aún cuando frustrada, nos acerca al hombre creador para hacerle un tanto más nuestro.
Por él extraemos -de un proyecto ensombrecido sobre nuestros personajes en Nueva España (seres de los que por sus actos -benéficos y dañinos-, estancia y muerte somos herederos), estas cuatro cápsulas, balbuceos de un «alter ego» sorprendido continuamente con la dualidad humana.
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Cervantes. Puño desarmado origen del cosmos. En la cúspide creativa, sus diosas y pastores, zafios, nobles, mozas, cautivos, pícaros y prostitutas reciben la bendición de su talento.
Su rostro busca las alturas, los labios prietos -la mano izquierda inutilizada-, trabaja con la caña para rascar entre historias perdidas: lenguaje de letras, silencio en las letras.
-oo-
Quijote I. Gesta del héroe, torrente de locura. Celoso el hombre -perdida la ilusión y el sueño- atisba tu derrumbe para hacer de ti un símil de su vano esfuerzo.
Cantado, vívido en los siglos permaneces -fija la mirada en tus estrellas-.
Caído incomprendido, en la lucidez final de tu sana locura engarzas el final con el inicio.
-ooo-
Quijote II. Ver tu lucero, comer de tu queso, mascar tu pan.
Guárdeme el frío de La Morena y sea tu fiel vesania así conmigo.
-oooo-
Quijote III. …un yelmo en media luna sombrea la visión extraviada y un lomo esmirriado transporta la hechura inolvidable del héroe caído.
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