POR: Luis Osorio Sagaseta, Director Ejecutivo de Protección de Cultivos, Ciencia y Tecnología PROCCYT
En México, donde la agricultura se encuentra arraigada en la esencia misma de la nación, es fundamental entender la complejidad y el desafío que implica alimentar a una población creciente y diversa.
La agricultura, que representa el 3.4% del Producto Interno Bruto del país, es un motor económico vital. Pero detrás de este número, se encuentra un mundo de desafíos y oportunidades que sustentan nuestro abastecimiento de alimentos. Entre estos, se destaca la protección de cultivos, una disciplina que a menudo es poca reconocida, pero al mismo tiempo tan relevante y que es esencial para mantener nuestra mesa servida.
México, como todo el mundo, con su vasta geografía, climas diversos y el mismo cambio climático, presenta una amplia gama de desafíos agrícolas. Desde las áridas regiones del norte hasta las zonas tropicales del sur, los agricultores se enfrentan a amenazas que van desde plagas (recientemente la Organización de las Naciones Unidas detectó casi 250 plagas agrícolas) y enfermedades específicas por región, hasta condiciones climáticas extremas.
Aunado a esto, la misma ONU estima que para 2050 seremos más de 9,700 millones de habitantes, lo que generará un incremento de más de un 60% en la demanda de alimentos.
Para abordar estos desafíos, los productos de protección de cultivos, que incluyen pesticidas, herbicidas y fungicidas, se han convertido en aliados esenciales de los agricultores.
Lo que quizás no se conozca ampliamente es la inversión significativa detrás de estos productos. Esta industria invierte más de 200 millones de dólares por molécula en investigación y desarrollo. Este proceso puede tardar más de 11 años en completarse. Estas cifras subrayan la dedicación y el compromiso de la industria para desarrollar soluciones efectivas y seguras para proteger los cultivos.
Los productos de protección de cultivos no solo son una defensa contra las amenazas que acechan al campo, sino que también son una herramienta esencial para mantener la calidad de los alimentos. México es un exportador importante de productos agrícolas, y su calidad y seguridad son fundamentales para acceder a los mercados internacionales. También garantizan que los alimentos lleguen a los consumidores en condiciones óptimas, cumpliendo con los estándares de calidad y seguridad alimentaria requeridos.
En México, los principales beneficiarios de esta inversión en investigación y desarrollo son todos los involucrados, directa e indirectamente, en las actividades agrícolas (de acuerdo con el INEGI, casi 7 millones). Estos productos les permiten mitigar las pérdidas debido a plagas y enfermedades, garantizando cosechas saludables y productivas. Además, al optimizar el uso de recursos como el agua y los fertilizantes, contribuyen a la rentabilidad y la sostenibilidad de las operaciones agrícolas en un país donde la agricultura es una fuente importante de empleo y desarrollo rural.
En un mundo que enfrenta desafíos climáticos y demográficos, de la mano de la inversión en investigación y desarrollo, además de la alta regulación bajo la que opera, la innovación en la protección de cultivos es esencial.
La incorporación de tecnologías avanzadas como la agricultura de precisión y la biotecnología está transformando el agro mexicano. Los productos para proteger los cultivos están en la vanguardia de esta revolución, ofreciendo soluciones más efectivas y ecológicamente responsables y garantizar la seguridad alimentaria en México.
Garantizar que nuestros alimentos lleguen a nosotros de manera segura y saludable es un reto complejo, y la protección de cultivos desempeña un papel esencial en este esfuerzo. Así, la agricultura mexicana puede enfrentar los desafíos del futuro y seguir alimentando a nuestra nación con productos de calidad, promoviendo la prosperidad de los agricultores y asegurando un futuro alimentario sostenible para todos.
Comentarios Cerrados