Ella afirmó con el vocablo despectivo que define el extremo del tonto irremisible, que mi actitud era para un monumento.
Ignoró, en la crítica acerva, que no era cosa de cumplir temerosamente con un sexto mandamiento ni exponer la libertad en sociedad ante la acción jurídica y lejana al pavor de numerar en el correspondiente círculo dantesco.
Todo lo contrario. Es el confeso interés, porque regresar un disco, un libro, una película… redunda en un beneficio personal, cuánto y más si corresponde a un monto que apaciguara un apuro económico. Eso ¿le hace a uno merecedor de otro similar o quizás mayor?
Lo anterior viene a que hace algunos años, con juramentos de integridad, de honradez total, con un pucherito evidenciador de dolor profundo por dudar de su palabra y refundirla en el costal de los iguales, inició el largo recorrido de la argumentación que al final destruyeran las reservas personales que negaran el resgurado del proyecto gráfico y que, posteriormente, transformara en ofensor al que reclamara la devolución.
Aquella portada quedó cancelada y el original perdido. (Afortunadamente, quedó la evidencia de esta dispositiva). Por ello y para dotarle de la mínima eternidad de todo material para la impresión, lo presentamos en este espacio, que si bien no es su cuna original, le dará soporte digno.
La imagen declaraba –con la tipografía, formato y logotipos correspondientes– la historia relataba el viaje de unos niños sobre un barquito de papel por el mundo de su futura adultez, en el que, al final, después de múltiples aventuras, valorados pros y contras, los personajes deciden no cerrar el círculo para permanecer por siempre en la infancia y convencer con su imagen a los cansados y pesarosos para elegir en el viaje de regreso el acuoso sendero en giro opuesto al desarrollo de la vida, al término del hacer y en la bruma del mínimo para siempre.
Por si llegara a ver por ahí ese original esquilmado, la ficha técnica determina que es tela cortada y deshilada, cartón para la estructura y pegamento sobre cartulina de 46.8 x 56.7 centímetros.
Aún así, regresar un préstamo no es una bobada, por más que los resultados y comentarios no sean del todo gratos.
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