Desde el siglo XIII y hasta nuestros días, los grupos humanos establecidos en la Cuenca del Valle de México, donde se ubica la Ciudad de México (CDMX) han dependido del sistema agroalimentario que sustenta dicho territorio, “las ciudades no pueden explicarse sin el campo y el agua”, manifestó Diego Prieto Hernández, director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Indicó lo anterior en el marco del 30 aniversario de la inscripción del Centro Histórico de la Ciudad de México y Xochimilco en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, a cumplirse el 11 de diciembre.
El titular del INAH encomió la iniciativa del gobierno capitalino y de la oficina local de la UNESCO, así como la importancia que ambas instancias han dado para tomar en cuenta la voz de las comunidades indígenas de Tláhuac, Xochimilco y Milpa Alta, delegaciones que comparten el paisaje chinampero y mantienen vivo el sistema agroalimentario que sostiene a la ciudad y a gran parte del país.
Dijo que “debemos, como instituciones, acompañar a las comunidades hacia la reflexión de su paisaje y sus recursos, pero también de su patrimonio, su memoria e historia”, recalcó el antropólogo en alusión a la atención que el INAH ha dado a comunidades específicas de Xochimilco, como San Gregorio Atlapulco, para la recuperación de su legado histórico-patrimonial afectado por el sismo del pasado 19 de septiembre.
Al respecto, Nuria Sanz, directora y representante de la oficina de la UNESCO en México, destacó que se trabaja para aglutinar los estudios más recientes sobre la cuestión hídrica-medioambiental de la megalópolis mexicana, así como la opinión de académicos, instituciones y representantes de las comunidades, para que en 2018 el Gobierno de la Ciudad de México presente a la Cuenca del Valle de México como un caso de estudio y ejemplo de la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En este mismo sentido, los académicos de la UNESCO Felipe Delmont y Ángel Panero, reconocieron que si bien la Cuenca del Valle de México y el sistema chinampero cuentan con un alto número de estudios especializados, éstos aún requieren traducirse en políticas públicas que sean socialmente justas, económicamente viables y ambientalmente limpias. El encamiento a ello es justo una meta de la reunión en comento.
Asimismo, coincidieron con el antropólogo Diego Prieto en que un planteamiento necesario para dichas políticas públicas debe ser la de dejar atrás la idea —construida en el siglo XX— de que el progreso de las ciudades se mide a partir del discurso inmobiliario, y no a partir de la sustentabilidad ambiental y agrícola.
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