El profesor del Instituto Politécnico Nacional (IPN), de la Ciudad de México, Jorge Fernández Hernández, comentó que es una prioridad el tener una política de bienestar animal en los ejemplares que son utilizados en laboratorios para pruebas médicas.
Explico que en México existe una Norma oficial (NOM) desde 2001 que habla de los estándares de calidad y tratamiento de los animales para su uso en laboratorio. Ya que no se puede olvidar que este tipo de estudios han permitido que en un siglo la vida del hombre creciera al doble y hoy sea de 78 años.
Declaró que en la actualidad, se está comenzando a crear un chip prototipo nanotecnológico que va por el camino de hacer que ya no se usen animales de laboratorio con las creación de estos chips que sustituyan a los mismos; aunado al cultivo in vitro de órganos humanos, como al momento ya se ha logrado al recrear pulmones.
Indicó que en 2019 se dejaran de usar monos en diversas naciones para usar nuevas vacunas contra la poliomielitis y se harán cultivos celulares in vitro para ello, con base a un acuerdo establecido en la Organización Mundial de la Salud. En términos generales en el mundo con los avances de la ciencia la reducción en uso de animales, especialmente roedores es del 8%.
Este trabajo de bioingeniería busca evitar que se siga padeciendo de problemas en la falta de compatibilidad del hombre y especies pequeñas, en especial los ratones que son usan en laboratorios, ya que se ha demostrado que su genética es muy diferente y 70% de los fármacos que son tóxicos en ratones no lo son en humanos, y que 70% de los fármacos que son tóxicos en humanos no lo son en ratones, de ahí el crear estos órganos biónicos.
Dijo que siempre se han preguntado si se podrán remplazar el uso de animales al 100% eso no es posible hoy, acertó a comunicar, ya que las enfermedades siguen apareciendo en la humanidad y se deben hacer pruebas en nuevas vacunas. Lo que se está propagando es la nano y biotecnología para evitar uso de animales.
Explicó que en México desde 1997 se acabó el uso de perros y se pasó a cultivos celulares; y hoy con el uso de un solo ratón clonado u OGM, como los calificó, se deja de usar a 50 especimenes comunes.
Ejemplo de estos avances lo estableció Donald Ingber del Instituto Wyss en Estados Unidos, quien desarrolló un chip que imita las funciones de un pulmón para aplicarle pruebas de enfermedad y curas posibles.
Esta innovación es un chip es aproximadamente del tamaño de una memoria USB. Está hecho de un polímero flexible y translúcido que conlleva tubos de microfluidos, cada uno de menos de un milímetro de diámetro y alineados con las células humanas tomadas del órgano de interés, se ejecutan en patrones complejos dentro del mismo. Cuando los nutrientes, sangre y compuestos de prueba, tales como fármacos experimentales, son bombeados a través de los tubos, las células realizan algunas de las funciones clave de un órgano vivo.
Los compartimentos dentro del chip se pueden organizar para simular la estructura particular de un tejido del órgano, tales como un pequeño saco de aire en un pulmón. Así, por ejemplo, cuando aire corre a través de un canal, se puede simular con mucha precisión la respiración humana.
Mientras tanto, la sangre mezclada con bacterias puede ser bombeada a través de otros tubos, y los científicos pueden observar cómo las células responden a la infección, todo ello sin ningún riesgo para una persona. La tecnología permite a los científicos ver los mecanismos biológicos y comportamientos fisiológicos nunca antes vistos.
Ingber explicó que este chip “es básicamente una ventana por la que podemos ver el trabajo que hacen las células en los órganos, pero en un dispositivo de cristal transparente, de forma que es posible observarlo a través de un microscopio y saber qué está sucediendo en tiempo real”. Esta investigación deviene de la donación del millonario suizo Hansjörg Wyss, quien otorgó 125 millones de dólares para este trabajo.
Comentarios Cerrados