El 17 de julio de 1940, nació en el estado de Oaxaca, Francisco Benjamín López Toledo. Generalmente conocido únicamente con su segundo apellido: Toledo. Orgulloso oaxaqueño y mexicano, que ha dedicado su vida a enaltecer México a través del arte.
Aunque su principal ocupación es artista plástico, es reconocido por su labor como ambientalista y activista social. De hecho, en sus obras logra conjuntar estas pasiones: sus obras representan un mundo donde los animales, los humanos, la naturaleza y las creaciones humanas conviven sin distinción, todos parte de una unidad, de un todo.
Para demostrar que esto incluye a todos, en sus distintas formas y colores, los animales que incluye en sus pinturas no son los que típicamente aparecen como estándares de belleza. Son: murciélagos, sapos, insectos y demás animales, mezclados con libros, joyas, humanos que juegan con un papalote, con máscaras, y hasta imágenes antropomorfas o mezclas similares a la idea de alebrijes.
Por su estilo, se le conoce como parte de los pintores de la Generación de la Ruptura. Grupo que rompe con el estilo de la Escuela Mexicana de Pintura, principalmente con la tendencia del arte revolucionario promovido por la época de los muralistas. Además, se le reconoce su trabajo por el arte, y por la defensa de los derechos sociales, por su promoción y creación de centros culturales.
A pesar de que se oponga a dichos reconocimientos, ha recibido el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1988, el Premio Príncipe Claus en 2000, Premio al Sustento Bien Ganado en Oaxaca en 2005, la distinción como Doctorado Honoris Causa en la Universidad Autonómica Benito Juárez de Oaxaca en 2007, y este año diversos homenajes aprovechando su cumpleaños número 75. r
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