El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), informó que en la Ciudad de México (CDMX) cuenta con casi 9 millones de habitantes, ocupando así el segundo lugar a nivel nacional en esa categoría, lo cual implica retos de organización y coordinación en los sistemas colectivos de movilidad.
De acuerdo con el doctor Carlos Gershenson, del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la capital del país aún no se cuenta con mecanismos efectivos de vinculación entre academia, gobierno e industria para que puedan ponerse a prueba las soluciones propuestas por su equipo, o cualquiera que estudie el tema de las ciudades inteligentes y la tecnología viva.
Sin embargo, eso no los ha detenido para hacer algunos experimentos exitosos, como el que tuvo lugar en el Sistema de Transporte Colectivo Metro en 2016 cuando, bajo el objetivo de entender la psicología de los usuarios, instalaron en la estación Balderas un prototipo de señalamientos que les indicaban a los pasajeros el área de puertas para que la dejaran libre.
Dijo que “algo que sucedió, y que no esperábamos, es que la gente se empezara a formar para esperar los trenes, lo que no solamente hace más eficiente el ascenso y descenso, porque la gente ya no se empuja sino que lo hace más seguro, porque cuando la gente está formada hay menos robo de carteras y acoso sexual”.
Y no paró ahí, de hecho, el doctor lleva años trabajando el tema de la movilidad, desde hacer modelos para facilitar la coordinación entre transportes, hasta investigar para entender la psicología de los usuarios.
Actualmente, Gershenson colabora en un proyecto, diseñado entre el Centro de Ciencias de la Complejidad (CCC) de la UNAM y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que pretende mejorar la movilidad urbana de personas discapacitadas en el país. La idea es ponerlo a prueba, primero, en los terrenos de Ciudad Universitaria en el sur de la CDMX para luego llevarlo a otros espacios públicos urbanos.
El crecimiento urbano representa un reto para investigadores, tomadores de decisiones, empresarios y habitantes en general; comenzar a implementar las tecnologías adecuadas para volver más eficientes los procesos es un trabajo de equipo entre academia, industria y gobierno pero, de acuerdo con Gershenson, todo comienza en la academia aunque, a la fecha, las escuelas tradicionales de ingeniería siguen enseñando los mismos métodos de hace años que, en algunos casos, incluyen adaptación pero no como cambios de estrategia en tiempo real que doten de cierta autonomía a los sistemas.
Concluyó que “propongo que los sistemas urbanos, mientras más tengan estas propiedades de los sistemas vivos, van a ser más eficientes; como constantemente están cambiando, si queremos tratar de encontrar ‘la solución’ va a ser inadecuada”.
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