What a wonderful world / Que mundo maravilloso.
Grabación: octubre de 1967.
Escrita y musicalizada por Bob Thiele y George David Weiss.
Interpretación Louis Armstrong.
De vez en cuando y con el fin de encontrar un asidero ante la angustiante realidad, el ser perturbado expurga en el viejo catálogo para extraer un poco de tranquilidad y frescura con las cuales continuar en la vida.
En los momentos de desesperanza, cuando la realidad abruma con rigor y destruye la mínima seguridad del ser, uno encontrará en la certeza habida en el pasado una frase, alguna tonada donde la sencilla luminosidad de ser sea válida para continuar.
I see trees of green, red roses too / Veo el verdor de los árboles, también rosas rojas,
I see them bloom for me and you / las veo florecer para mí y para ti,
And I think to myself what a wonderful world. / y pienso para mí
¡Qué mundo maravilloso!
I see skies of blue and clouds of White / Veo el azul del cielo y las nubes blancas,
The bright blessed day, the dark sacred night / el brillo bendito del día, la sagrada oscuridad de la noche,
And I think to myself what a wonderful world. / y pienso para mí
¡Qué mundo maravilloso!
The colors of the rainbow so pretty in the sky / Los bellos colores del arco iris en el cielo
Are also on the faces of people going by / están en los rostros de la gente que pasa,
I see friends shaking hands saying how do you do / veo a unos amigos que al estrechar sus manos, dicen «¿Cómo te va?»
They’re really saying I love you. / (cuando) realmente ellos expresan “te quiero”.
I hear babies crying, I watch them grow / Escucho bebés llorar, los veo crecer,
They’ll learn much more than I’ll never know / ellos aprenderán mucho más de lo que yo jamás sabré,
And I think to myself what a wonderful world / y pienso para mí
¡Qué mundo maravilloso!
Yes I think to myself what a wonderful world. / Si, pienso para mí
¡Qué mundo maravilloso!
¡Qué mundo maravilloso! en donde no entran las diferencias de color, de religión, lo mismo para un delgado que para un obeso, para un alto que para un enano, sin diferenciar entre éste o el otro sistema económico en donde extraer lo necesario para vivir. La sencillez valedera en las mínimas experiencias que hacen humano al hombre con todas sus imperfecciones y una finalidad común, la de sorprenderse al estar en esta complejidad en donde gozar sin restricciones la belleza de lo que es y en donde estamos. Una tregua en donde los fantasmas pierden señorío y vigencia en esos tres o cuatro minutos.
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