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18 de marzo

A 76 años de la expropiación petrolera estamos inmersos en la discusión sobre la pertinencia de la reforma energética, en los términos aprobados por el Congreso de la Unión, las legislaturas de los estados; el constituyente permanente como le llaman. No se convocó a un Congreso para decidir reformas fundamentales para dar nueva forma al Estado mexicano, reclaman, como si de un cambio de sistema de gobierno se tratara. De presidencialista a parlamentario, por ejemplo.

EXPROPIACION-PETROLERA

No fue el caso. No ocurrió lo mismo que en la construcción y promulgación de la Constitución del 17, aunque en relación a ella hay quien sostiene que es la de 1857, con el agregado de los artículos de corte social, y económico también, que dieron nuevos modos a la República por lo cual fue obligado en congreso constituyente. En efecto, los artículos 3º, 27 y 123 dieron a México, a quienes lucharon por el cambio social, un marco en el cual los derechos sociales nos dieron la primera Carta Magna del siglo XX, con orientación social, conservando la vigencia de las garantías individuales. Nuestra patria asumió, entonces, un modelo distinto al liberal del siglo anterior.

Hoy, México se pone a tono de las circunstancias de la globalidad, de la competencia internacional. Esto por las reformas promovidas por el ejecutivo que encabeza el Presidente Enrique Peña Nieto. Debidamente votadas por el Congreso de la Unión y las legislaturas locales, en el marco del Pacto por México, en el cual estuvieron presentes los partidos políticos mayoritarios, sin importar los ires y venires propios de sus respectivas plataformas ideológicas.

Las leyes secundarias y su instrumentación requieren de nueva cuenta del acuerdo de todos, pero diferencias de principios y de procedimientos, lo hacen complejo. En la mesa habrán de ponerse las condiciones de unos y otros, finalmente las decisiones corresponden a la voluntad mayoritaria, así sea mayoría de un voto, sobre todo cuando es emitido por quien tiene representatividad, una realidad de la democracia en la cual vivimos.

Bajo estas consideraciones es que una vez más, y conociendo su proclividad para convencer, cuantas sean necesarias, el presidente de la República, en Veracruz, en la conmemoración de la Expropiación, repite: el petróleo y la renta petrolera, son de los mexicanos, para los mexicanos. Frente al manifiesto, se escucha una vez más, por parte de los opositores a la reforma energética: el petróleo no se vende. Pareciera una discusión bizantina porque finalmente el hidrocarburo tiene como destino su venta. O qué, ¿la gasolina no es un derivado que se comercializa? Sin ironía.

Mas las reformas no terminan. El país sigue su ruta a nuevos destinos. Los de hoy, conocidos, o supuestamente conocidos, con suficiencia. A ello responden los cambios logrados. Pero el mundo cambia de un momento a otro y esos cambios implican nuevas necesidades para mantenernos en las direcciones obligadas para no incurrir en insuficiencias y/o deficiencias que nos aparten del rumbo correcto. Ante esta realidad no hay opciones.

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