En 1991 se creó el proyecto “Biosfera 2”, con el objetivo de reproducir una atmósfera amigable y sostener un sistema integral que permita la vida humana.
Fue creado para que pudiera controlar su propia atmósfera, que no hubiera intercambio ni de masa ni de gases, solo de la energía generada por el sol. Si esto funcionaba en la Tierra, se podría construir algo similar en la Luna o en Marte.
En este proyecto, Ed Bass, hombre dedicado al negocio del petróleo, invirtió 150 millones de dólares para edificar el edificio de vidrio y acero que abarcaba tres hectáreas. Este hábitat, completamente aislado, incluía cinco biodomos diferentes, y estaba diseñado con la finalidad de que pudiera utilizarse en un futuro y así establecer nuevas colonias en otros mundos.
El sistema cerrado más grande jamás construido tiene los siguientes hábitats: océano con arrecife de coral, manglares pantanosos, selva tropical, y desierto templado.
“Biosfera 2, en los años 90 hizo una investigación increíble. A medida que se aumenta el dióxido de carbono (CO2) en la biosfera a 400 partes por millón –que es lo que tiene hoy la Tierra– el océano en la biosfera se acidificó, los corales murieron, y hay algunos documentos muy importantes que predicen lo que iba a suceder, y es exactamente lo que está pasando hoy.
La superficie de los océanos tiene una gama básica de pH que va de 8.0 a 8.3. Los organismos marinos han evolucionado en un medio marino con ese pH y, por esa razón, están particularmente adaptados a ese entorno. Cuanto mayor sea el nivel de hidrógeno, más ácida será una solución. Esta característica se cuantifica en el pH, que se expresa en una escala de 0 a 14. Un pH inferior a 7 es ácido, uno de 7 es neutro y un pH por encima de 7 es básico o alcalino.
“En 1982, el pH del océano era 8.3, en pocos años ha cambiado a 8.1, que aunque suena como un número menor, tiene consecuencias severas para la vida marina”, advirtió el doctor Joaquín Ruíz, vicepresidente de Innovación de la Universidad de Arizona, en el cortometraje “Biosfera 2”, realizado por la cineasta Tiahoga Ruge Scheffer, quien presentó su material ganador en la Muestra Nacional de Imágenes Científicas que se realizó en la Ciudad de México.
Como consecuencia de la quema de combustibles fósiles a partir de la Revolución Industrial, los niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera han pasado de 250 a 400 partes por millón. Al igual que con los otros gases en la atmósfera, el CO2 se mantiene mayormente en equilibrio con respecto a la superficie de los océanos, lo que quiere decir que se conserva una armonía entre la cantidad de CO2 en los océanos y la que se encuentra en la atmósfera.
Declaró que “en un abrir y cerrar de ojos en términos geológicos, es decir, en los cerca de 150 años transcurridos desde la Revolución Industrial, el pH promedio en la superficie de los océanos ha descendido alrededor de 0.1 unidades. Este cambio aparentemente insignificante representa un aumento del 30 por ciento en la acidez de los océanos en comparación con la época preindustrial.
Añadió que “la proyección es que el pH de los océanos disminuya entre 0.3 y 0.4 unidades más (a 7.6 o 7.7), para un aumento de la acidez equivalente a un 250 por ciento. El pH de los océanos no ha cambiado ni remotamente cerca de estos índices en por lo menos 25 millones de años, y seguramente nunca al ritmo actual en toda la historia del planeta”.
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