México quiere ríos limpios, sanos y vivos, así como lagos y lagunas, cuencas en equilibrio, asentamientos humanos libres de inundaciones y seguros, cobertura universal de agua potable y saneamiento al cien por ciento de la misma para las próximas generaciones de mexicanos. Eso será posible, gracias al gran acuerdo por la Agenda del Agua 2030 que adquirieron los tres sectores del gobierno, legislativo, académico, económico, social, cultural y de la comunicación.
Lo anterior quedó de manifiesto, luego de que el Presidente Felipe Calderón Hinojosa y José Luis Luege Tamargo, director general de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), hicieran la presentación de la Agenda del Agua 2030, ante gobernadores estatales, presidentes municipales, secretarios de Estado, parte del cuerpo diplomático y representantes de los diversos sectores que componen la sociedad. Esta ceremonia que se llevó a cabo en Cárcamo de Dolores, en Chapultepec, sirvió para conmemorar el Día Mundial del Agua.
Para que las extensas y largas 38 iniciativas de que se compone la Agenda del Agua 2030, se lleven a cabo al cien por ciento, se requieren de dos cosas fundamentales: Conservar lo que se tiene y ampliar la cobertura arbórea, toda vez que las fábricas del agua en el mundo son nada menos que los árboles. La otra cosa es el suficiente dinero y para este proyecto se requieren algo así como un billón de pesos que deberán ser invertidos en casi su totalidad, de aquí al 2020.
Ante esta situación, Juan Elvira, titular de la Semarnat, destacó que para lograr el equilibrio de las cuencas de México se requiere de programas federales congruentes, como ProArbol que en los últimos cuatro años ha invertido 20 mil millones de pesos en conservación y protección de bosques, recuperación de 4 millones de hectáreas de áreas prioritarias, continuar avanzando en la deforestación cero, insumo primordial para la recarga de mantos acuíferos y avanzar hacia el equilibrio hídrico de las cuencas del país.
Calderón dijo que la falta de políticas, la falta de inversión, la falta de cultura del agua, ha llevado a México a una situación crítica. Y agregó: México pasó de ser un país con abundantes recursos hídricos, a ser un país que se encuentra en estrés hídrico, al nivel incluso de algunos países del Norte de África, que secularmente han tenido problemas graves de agua.
En la presentación de la Agenda del Agua 2030, también se puso de manifiesto que una sexta parte de acuíferos se encuentran sobreexplotados. También se dejó asentado que cada año, alrededor de 11 mil 700 millones de metros cúbicos de agua, son de manera nada sustentable, lo que afecta a nuestros acuíferos y disminuye la disponibilidad natural de ecosistemas.
Por su parte, Luege Tamargo, puso en relieve que la agenda se prefiguró bajo una visión prospectiva de un México con ríos limpios, cuencas y acuíferos en equilibrio, cobertura universal y saneamiento para toda la población y con la garantía de asentamientos seguros frente a los riesgos de inundaciones.
En su festejo por el Día Mundial del Agua, el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, citó que ahora más que nunca es indispensable olvidarse del desperdicio y abuso en el uso del elemento, toda vez que cada vez es más difícil y costo contar con el vital líquido.
Agua, entre el negocio y la política
En el otoño de 1992, se recibió una invitación poco usual para una conferencia de prensa. Sería a las 18:00, hora poco adecuada, en ese entonces, para los medios de comunicación. El convocante: Cadbury Beverage, desconocido entre la fuente económico-empresarial. El tema a tratar: la venta de agua.
Por supuesto, la conferencia fue un fracaso. Sólo asistieron cinco reporteros; tres de ellos se salieron en cuanto se anunció que Cadbury Beverage iniciaría en México la venta del agua. “Va a ver, será un gran negocio”, me comentó el representante de esta empresa en México.
Así comenzó, con un mar de dudas, porque la conseja nacional decía: “A nadie se le niega un vaso de agua” , lo que ahora es un floreciente mercado que, cada año, vende 126 mil millones de litros de agua embotellada, 88.7 por ciento, en garrafón, y el resto, en botellas personalizadas.
En México, que ocupa el segundo lugar a nivel mundial, el consumo anual per cápita es de 17 mil 700 millones de litros.
Por su orografía, México es un país de vocación forestal. Sin embargo, la tala inmoderada de bosques y selvas, la agricultura y ganadería extensivas y, últimamente, la mancha urbana están arrasando con los recursos forestales en todo el territorio nacional.
Los intentos de reforestar a México, a través de los diversos organismos, como la Comisión Nacional Forestal (Conafor), no han dado los resultados esperados del todo.
Al margen de esto, están los fenómenos Naturales, como el Cambio Climático que amenaza con diezmar al territorio nacional.
El Instituto Nacional de Ecología (INE) prevé que el clima de México será de entre 2 y 4 grados centígrados entre el 2020 y 2080. La región más afectada será el norte nacional.
Las lluvias podría disminuir hasta 5 por ciento en la parte central del país y el ciclo hidrológico se volverá más intenso al aumentar las tormentas severas y largos periodos de sequía.
Prácticamente, todo el territorio (excepto la frontera sur) “quedará bajo un mayor nivel de presión sobre el recurso hídrico; sin embargo, Baja California y Sonora pasarán a una situación crítica. Zonas del sur de México y la Península de Yucatán podrían comenzar a experimentar una presión de media a fuerte sobre el recurso”, agrega el INE.
Pero lo básico continúa. El agua es un producto más comercial que social, en la realidad. En torno a este recurso crecen empresas de todo tipo.
Primero fueron las grandes embotelladoras y ahora el abanico se abrió a fábricas que producen artículos para sanear el agua. “No malgaste su dinero comprando agua embotellada, mejor obtenga este saneador del agua que le brindará toda la que quiere para toda la vida”, dice un sugestivo anunció de entre otros muchos que han aparecido en los últimos años.
Así, el agua está en medio de dos fuegos: Por un lado, una poderosa industria que inunda el mercado; por la otra, su falta de librarse de la politización gubernamental.
Si alguien trata mal a un perro o corta un árbol, la sociedad se le echa encima. Si desperdicia el agua, nadie le dice algo.
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