En un partido en el cual lo mejor fue la expresión de cariño del público a la selección mexicana de futbol, y la afectuosa despedida -del representativo nacional- a Cuauhtémoc Blanco quien por cierto bien jugó durante 38 minutos en su homenaje, homenaje que el equipo de sus amores, el América, le niega, “la verde” dejó el Azteca con un triunfo sobre Israel.
Que Cuauhtémoc ya no cuenta con las condiciones físicas necesarias para correr, pudiera ser (en cuanto a voluntad la tiene sobrada), pero en un partido de futbol el que más “corre” es el balón. Bien que el tepiteño logró mover el esférico cuando en la cancha estuvo. Lo colocaba, bien y a tiempo, donde había que ponerlo.
El partido cumplió con propósitos, ofrecer a la afición nacional una muestra de calidad de conjunto con ambición de victoria y comenzar a perfilar el equipo que habrá de hacer frente al compromiso en Brasil, de manera exitosa. En lo personal me gustó que el cordobés, Miguel Layún, mi paisano, haya reiterado su disposición a tirar a gol en cuanto la oportunidad se presenta, actitud poco frecuente en nuestros equiperos. Si bien el par de goles que anotó hayan contado con la colaboración del portero israelí. Marco Fabián, con su gol, de alguna manera salvó la desconfianza que su carácter motiva, talento tiene, y la preocupación por la lesión de Jesús Corona, parece haber quedado atrás.
Layún, Corona, Rafa Márquez, Fabián, los demás, son esos jóvenes que “representan a una nueva generación de mexicanos que compiten con mentalidad ganadora, con pasión, entrega y confianza en sí mismos”, dijo el Presidente Enrique Peña Nieto al abanderarlos en el Palacio Nacional.
Significativo haber realizado esa ceremonia, téngasele como preludio al partido y al viaje al Sur, en el más emblemático recinto de la República. No fue hecha en cualquier lugar, fue llevada al corazón mismo de los mexicanos porque, aficionados o no, los de la verde llevan consigo el sentimiento de un pueblo anhelante de triunfos porque triunfos se requieren para superar rezagos, para reconstruir cuanto deba ser reconstruido, para fortalecer el espíritu, para recuperar una cohesión nacional tan afectada por acontecimientos que van de lo natural a la acción de gobierno y sociedad.
Otorgar un voto de confianza al seleccionado nacional como lo hicieron el presidente de México en Palacio Nacional y la afición futbolera en el Azteca, como lo hace la mayoría de los afectos al deporte en cualquiera de sus manifestaciones es importante. Los muchachos, nuestros muchachos, irán con ese sentimiento a la contienda en Brasil y jugarán con lo mejor que tienen para alcanzar triunfos que se antojan complicados. Cuentan con las habilidades, la vocación y las experiencias necesarias para lograrlos.
Ganar es la proclama, es la consigna. Ganar jugando como equipo, quienes triunfadores son en lo individual, como bien expresó el presidente Enrique Peña Nieto.
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