El doctor en neurociencias comportamentales Genaro Alfonso Coria Ávila, del Centro de Investigaciones Cerebrales (Cice) de la Universidad Veracruzana, en el estado de Veracruz, localizado en el Golfo de México, indicó que está realizando diversos análisis del comportamiento sexual y reproducción, con el objetivo de conocer cada uno de los mecanismos neurales inherentes a las conductas sociosexuales.
De acuerdo con el investigador, desde el punto de vista biológico existen dos eventos importantes en las especies, el primero corresponde a mantenerse con vida, mientras que el segundo es reproducirse. Esto último se logra a través de un repertorio conductual, que incluye la búsqueda de pareja, cortejo, el acto sexual y formar (o no) vínculos afectivos. Por lo que es importante entender las bases cerebrales de estas actitudes, ya que son relevantes para la salud mental, sexual y reproductiva.
Detalló que el sexo puede tener varias consecuencias importantes para la salud física pero sobre todo mental del ser humano. El acto como tal, puede reducir el estrés, la ansiedad y producir bienestar. El deseo sexual energiza a los individuos y focaliza su atención y cognición. Si es bien canalizado, puede incluso resultar en expresiones artísticas de gran intensidad y complejidad. Por el contrario, el deseo mal adaptado puede culminar en aberraciones conductuales o patologías psiquiátricas.
Explicó que existen áreas cerebrales que modulan el deseo sexual por un tipo de pareja. En la mayoría de los individuos de una población el deseo se manifiesta hacia individuos sexualmente maduros del sexo opuesto (heterosexuales), pero también pueden existir variantes hacia el mismo sexo (homosexuales), hacia ambos (bisexuales) o hacia ninguno (asexuales).
A lo cual, dijo «mi interés radica en dilucidar las bases neurales de tal diversidad y contribuir así al entendimiento de la neurobiología del deseo. Añadió que en sus investigaciones se ha enfocado en entender el papel de dos neuroquímicos: la dopamina y la oxitocina. Estas sustancias son liberadas en el cerebro de manera natural durante el coito y el estrés. Es por ello que se forman preferencias o vínculos sociosexuales muy fuertes, con quienes se tiene sexo o con quienes se sufre un evento estresante. En el laboratorio, manipulamos esos neuroquímicos para inducir deseo sexual a través del aprendizaje inconsciente llamado pavloviano.
Indicó que las conductas motivadas de un individuo dependen de una combinación única de naturaleza y crianza, es decir de biología y aprendizaje. La primera vez que un joven elige pareja sexual depende probablemente más de mecanismos biológicos organizados perinatalmente o en la infancia. Tal preferencia se irá reforzando o debilitando de acuerdo con las experiencias vividas que producen liberación de neuroquímicos que facilitan el aprendizaje. En ratas de laboratorio, hemos mostrado que la preferencia de tipo heterosexual y homosexual puede aprenderse modulando los neuroquímicos dopamina y oxitocina.
Para este aprendizaje sexual, entran en juego diversos elementos como es la dopamina y la oxitocina en la corteza prefrontal, estriado ventral e hipotálamo medial del cerebro son las principales responsables de la alta motivación, la atención, las expectativas y el valor incentivo que se detecta en la pareja con quien se va a tener sexo o con quien ya se tuvo. Cambios en la dinámica de estos neuroquímicos permiten al individuo experimentar emociones y aprender a excitarse más rápido y elegir mejor a su pareja, basado en la predicción de resultados.
Cuando el cerebro tiene incrementada la actividad de dopamina y oxitocina, es susceptible a aprender, poner más atención, motivarse y formar expectativas. Estas se elevan normalmente durante el coito, pero puede ocurrir con tratamientos farmacológicos. Cuando la actividad aumentada coincide en contigüidad y contingencia con la presencia de alguien, se puede aprender a preferirle sociosexualmente.
Finalizó que cada individuo adulto tiene una preferencia única, es quizá a lo que llamaríamos la pareja ideal. Esta puede incluir características físicas como el color de piel, cabello y ojos, pero también conductuales y cognitivas o creencias religiosas y morales. En conjunto, todas las características de una pareja pueden instruirse y preferirse a través del aprendizaje, modular lo que nos gusta y lo que deseamos a lo largo del tiempo, consolidando o debilitando los tipos de preferencia.
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