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Compiten microempresas semilleras de México con transnacionales

Investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) en alianza con alrededor de 38 microempresas de capital nacional han logrado abastecer con semillas certificadas a agricultores del Centro, Occidente y Bajío, con tecnología 100% mexicana que permite duplicar rendimientos dada su adaptabilidad a diferentes regiones y a un costo hasta 50% menor respecto al que ofrecen compañías transnacionales.

Así han podido sembrar con tecnología desarrollada por el INIFAP 12% de la superficie de Valles Altos que usa semilla mejorada, con la ventaja de conocer necesidades locales, características de suelo y clima, y a partir de material genético autóctono obtener semilla certificada con alto grado de germinación (90%), pureza (98%), y calidad genética (96%-98%), lo cual permite al agricultor obtener rendimientos de 6 toneladas por hectárea (t/ha), cuando la media regional es de apenas 3 toneladas.

En la región de Valles Altos de México (2 200 msnm), que comprende los estados de Tlaxcala, Puebla, Hidalgo, Querétaro, Michoacán, Morelos, Guanajuato, Distrito Federal y Estado de México, se cultivan con maíz dos millones de hectáreas — 27.4% de la superficie nacional sembrada con este grano–, pero solo en 6% de ésta se utiliza semilla certificada, por lo que el potencial de crecimiento es enorme.

Si se proyectara, con un plan de mediano y largo plazo, cultivar con las semillas desarrolladas por investigadores del INIFAP dicha superficie se obtendrían 6 millones de toneladas de maíz adicionales a lo que se cosecha hoy, es decir una tercera parte de las 18 millones de toneladas que se estima importará México en 2019, de acuerdo con productores e investigadores agrícolas.

La ventaja de la semilla desarrollada en el INIFAP es que es más rústica, con capacidad de adaptarse a las condiciones ambientales adversas y económicas de los productores. Tiene un manejo agronómico similar a los criollos y su rendimiento en temporal favorable es de entre 7 y 9 toneladas, cuando la media es de 3 a 5 toneladas, expresa Orlando Nieves, director de la microsemillera El Trebol, ubicada en el Estado de México. 

Otra de ventaja para el agricultor es su bajo costo, porque las empresas trasnacionales comercian un saco de semillas entre 3 mil y 3 mil 500 pesos; las microempresas de capital nacional lo venden alrededor de mil 600 pesos y la calidad de la semilla y el rendimiento que se obtiene en Valles Altos es comparables e incluso superior a las grandes firmas, pero a un costo menor que va del 30% al 50%.

Rafael Padilla, directivo de la microsemillera El Caudillo, ubicada en Morelos, expresa que “si un agricultor siembra maíz de 3,200 pesos el saco que da de 3 a 4 toneladas por hectárea contra uno de mil 500 que le da lo mismo o más; prefieren nuestra semilla. Incluso creo que ayudamos a mantener el precio de la semilla en la región, donde nunca será tan alto como en Jalisco, Sinaloa o Sonora”.

El productor platica que desde hace 13 años empezaron a trabajar solo materiales del INIFAP y hoy en día 50% de sus ventas son tecnología de la institución, que con buen manejo en la Cuenca del Balsas alcanzan rendimientos para el agricultor de 13 toneladas por hectárea, y con regular manejo hasta 9 toneladas; el promedio en Morelos es de 6 a 7 toneladas.

Competir en la adversidad

Valles Altos es una región muy particular por su diversidad climática, donde hay 700,000 mil hectáreas de punta de riego y buena productividad de maíz, ahí un híbrido puede ser utilizado en unas 50 mil hectáreas, pero necesitamos 7 u 8 tipos de semillas. Dada esta complejidad a firmas como Monsanto y Pionner, “no les ha sido tan fácil penetrar y nuestros materiales rinden igual o más que los de ellos”, asegura el investigador del INIFAP, el MC Juan Virgen Vargas, quien tiene 35 años de experiencia en producción de semillas.

En estas condiciones las grandes empresas no tienen muchas ventajas, porque la mayoría de los materiales que generan son para zonas de alta tecnología y a los agricultores de la Cuenca del Balsas hay veces que apenas les alcanza para sembrar. Además, “su tecnología es tan exigentes que acá no solo rinde poco sino, a lo mejor, no rinde nada”, añade Rafael Padilla.

Alrededor del 75% de los híbridos y variedades de maíz generados para la zona son del INIFAP, como H48 o H50 que son las que abarcan mayor superficie, señala Juan Virgen. Destaca que se han desarrollado a partir de maíces originarios como el maíz Chalqueño o el Cónico.

El investigador platica que, en 2008, después de la desaparición de Pronase, en los Campos Experimentales Valle de México (CEVAMEX) y Bajío del INIFAP, nos dimos a la tarea de reproducir progenitores semilla básica y registrada para que se usara en el campo. Ello implicó asociarse con microempresas para producir semilla.

Hoy las empresas semilleras demandan al INIFAP 10 toneladas de semilla registrada de progenitores, que no se tiene. Para cubrir las 700,000 hectáreas de Valles Centrales se necesitan 14,000 toneladas, para lo cual se requiere la disponibilidad de 140 toneladas de semilla de progenitores.

Rafael Padilla detalla que El Caudillo produce entre 15 y 18 mil sacos de semilla por año para el mismo número de hectáreas, de las cuales 9 mil se cubren con materiales del INIFAP, pero en algunos momentos se ha dado incumplimiento a las solicitudes de materiales de parte de la institución por problemas internos.

Orlando Nieves señala que El Trebol inició hace 10 años como comercializadora en Valles Altos de empresas nacionales e internacionales. En el 2007 se vinculó con el INIFAP a quien compraban semilla para 4 o 5 hectáreas, lo cual les permitió ya no depender de otras compañías para producir sus materiales. Ahora cultivan 50 hectáreas de maíz para lo cual requieren unos mil 200 kilos; empero en ocasiones la institución no cubre el total requerido y este año se entregó en fecha tardía, por problemas del organismo.

Con todo ha habido avances, en el período 2005-2013 el CEVAMEX produjo en promedio 5,208 kilos de semilla registrada; se estimó que con la semilla certificada producida por las microempresas se sembraron 51,900 hectáreas para obtener maíz híbrido, es decir 7.4% de la superficie potencial para el cultivo en Valles Altos centrales, según datos del INIFAP.

A partir de esta sinergia investigadores-semilleros, se observó el inicio y crecimiento de otras microempresas como Impulsora Agrícola La Laguna y Semillas Valle de México (Estado de México), Granos y Semillas “el Ocotal” y Agricultura Sustentable Muñoz (Tlaxcala) y Productora de Semillas Azteca (Hidalgo).

Juan Virgen considera que este tipo de esquemas puede ser replicado en otras regiones del país, para lo cual se requiere  que  el INIFAP establezca programas de producción de semilla básica; había uno que estimaba que para duplicar la superficie sembrada requeríamos 800 mil pesos, con una inversión por hectárea de 60 mil pesos.

Los representantes de las empresas semilleras coinciden se requiere tener un INIFAP fuerte y eficiente, porque del trabajo de fitomejoramiento y del abasto de semilla de reproducción que le compramos no sólo dependemos nosotros, sino los productores. “No queremos chocar en el mercado contra el monstruo de Monsanto o Bayer, con sus marcas Asgrow y Dekalb, más bien queremos tomar la ventaja comparativa que tenemos, porque el día que nos metamos a atender al productor de bajo recursos seguramente este tendrá más oportunidad”, afirma Rafael Padilla.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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