Aún cuando al parecer, resulta inocuo para los peces de agua dulce, los científicos están muy alarmados por los efectos nocivos que los residuos de cocaína eliminados que terminan en ríos, tienen sobre su flora.
Investigadores de Salud Ambiental y Ecotoxicología de la Universidad Rey Juan Carlos, en colaboración con el Centro Nacional de Sanidad Ambiental, publicaron en la revista Journal of Hazardous Materials su trabajo que analiza por primera vez la toxicidad de concentraciones de benzoilecgonina, principal metabolito de la cocaína, en ecosistemas de ríos. En el pasado no se hacían estos análisis porque no se contaba con la tecnología de ahora.
Detallaron que se llevaron a cabo dos modelos basados en especímenes acuícolas. El primero fue con embión-larval de pez cebra y el otro con biomodelos de esporas de helecho.
Las concentraciones de benzoilecgonina encontradas en ríos de Madrid y utilizadas en el experimento no causó muertes ni malformaciones en embriones de pez cebra, tampoco hubo efectos negativos sobre desarrollo del sistema circulatorio y nervioso.
Por lo tanto, se puede decir que el metabolito hallado en dicho ecosistema representa un riesgo mínimo o aceptable para la salud humana y para vertebrados acuáticos y terrestres.
Por otra parte, se encontró que aún con las concentraciones bajísimas, como las equivalentes a 0.001microgramo por litro de benzoilecgonina, resultan dañinas para la flora, toda vez que se registraron efectos negativos en el crecimiento de esporas del helecho.
Primeramente, se detectó inhibición respiratoria y después se registró importante reducción en niveles de ADN, lo que podría atribuirse a la muerte de población o bien un retraso en el ciclo reproductivo celular.
Los científicos apuntaron que lo observado en las esporas se relaciona con la alelopatía. Las sustancias alelopáticas son generadas por el metabolismo secundario de numerosas especies dela flora.
Esos compuestos orgánicos con capaces de influir en el crecimiento, supervivencia o reproducción de otras especies a través de mecanismos como la inhibición de germinación de semillas de plantas competidoras o envenenamiento nervioso de insectos u otros herbívoros.
De acuerdo con los científicos, la cocaína se produce por la planta de coca, como sustancia alelopática de defensa competitiva; la cocaína y sus metabolitos son poderosos inhibidores inespecíficos de germinación de semillas vegetales, aún en concentraciones muy bajas.
Así que la germinación de esporas de helecho y de otras especies en los ecosistemas citados se encuentran comprometidas a pesar de que las concentraciones de cocaína y sus metabolitos sean muy bajas.
A esta nueva polución de ríos se le ha denominado genéricamente: “Contaminación emergente”.
Asimismo, los investigadores determinan que la droga de abuso significa un riesgo ecotoxicológico para las plantas vasculares y reconocen a los contaminantes emergentes como un problema ecofisiológico de la alelopatía.
Detallan que algunos contaminantes emergentes hallados en el Medio Ambiente, provienen de otras drogas de abuso, derivados de productos de cuidado personal y fármacos, pero es cierto que otros son de metabolitos secundarios de plantas o poseen estructuras químicas análogas a sustancias alelopáticas naturales.
Lo preocupante de todo esto es que los estudios más recientes comprueban la gran dispersión de esos compuestos en aguas de ríos de Europa y de otros Continentes. Por lo tanto, no solamente pueden afectar germinación y el crecimiento de muy diversas especies de climas y ecosistemas diferentes, sino también a cultivos regados con agua contaminada.
Esto último no se puede permitir porque incrementará el costo de alimentos, pobreza extrema y, desde luego, hambruna, sostienen.
La solución que ven a corto plazo los realizadores del estudio en cuestión es que las plantas tratadoras de aguas residuales sean fabricadas de forma más eficientes y con los aditamentos necesarios para eliminar la contaminación emergente, metales pesados y una gran variedad de químicos, además de los desechos sólidos.
Por lo que toca a México, el consumo anual supera los 8,500 kilogramos de cocaína, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Así que los ríos del país, contienen contaminantes emergentes que afectan flora y cultivos agrícolas.
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