Los investigadores Armando Cisneros Sosa y Elías Antonio Huamán presentaron el libro «Crítica de la Producción del Espacio Urbano», donde a partir de los trabajos de investigación de alumnos y profesores del posgrado en diseño revisaron las transformaciones que sufrieron al paso del tiempo las ciudades de México, Puebla y Torreón.
«El enfoque central es ver la ciudad como un tema de investigación multidisciplinario que requiere una diversidad de enfoques de investigación para atender sus problemas y complejidades», adelantó el doctor Cisneros y explicó que la intención es ir más allá de las perspectivas unilaterales, sean economicistas o historicistas para lograr un sentido diverso y plural.
La propuesta de los investigadores consiste en ver a las ciudades no como un escenario donde los hechos ocurren, sino como espacios con personalidad propia, que se van transformando con los cambios sociales y culturales pero conservan su sello que infunden a sus habitantes.
No obstante reconocieron que preservar la identidad de las ciudades ante el proceso de globalización y homogeneización que enfrentan las urbes de todo el mundo no es una tarea sencilla, y a modo de ejemplo los especialistas contrapusieron los casos de espacios como Xochimilco y Oaxaca donde aún existe resistencia y han logrado preservar rasgos propios, contra la ciudad de Puebla que ha sucumbido ante un proceso de privatización acelerada.
«En el caso de Puebla tenemos un proceso de privatización del espacio de dimensiones impresionantes, donde el propio gobierno del estado utilizó zonas de reserva y el discurso social para promover su privatización. En Puebla vimos como los espacios ecológicos se transformaron en zonas mercantiles y habitacionales que en nada beneficiaron a los pobladores originales» señalaron los investigadores.
A decir del doctor Huamán, Puebla es un caso singular porque fue el propio gobierno estatal quien promovió la privatización bajo el argumento de traer beneficio social para las comunidades rurales, sin embargo en términos reales estás no recibieron beneficio alguno, pues los altos costos iniciaron un proceso de elitización y las familias más pobres tuvieron que moverse a otras regiones del estado.
En contraste, señalaron a Xochimilco como ejemplo de resistencia para mantener la identidad, pues a pesar de los múltiples cambios de la Ciudad de México a lo largo del tiempo, esta zona capitalina aún conserva tradiciones culturales y religiosas que mantiene vivas a sus comunidades de origen.
«En Xochimilco no vemos grandes centros comerciales, ni grandes hoteles, ni grandes restaurantes, aunque está en medio del crecimiento de la ciudad y el progreso ha llegado hasta ahí», relató el doctor Cisneros Sosa, quien argumenta que la zona agrícola y de trajineras se presenta como un dique ante el desarrollo urbano, pues mantiene vivo ese centro de producción milenario, pero sobre todo gracias al sentido de comunidad que prevalece.
Luego de revisar las transformaciones de la capital desde el México lacustre prehispánico, a las calles coloniales y la construcción de una ciudad de masas, los investigadores llaman a ver la ciudad como un actor que cambia de papeles a lo largo del tiempo y en esta época su reto está en no perder sentido ante una lógica comercial donde todo es vendible y los ciudadanos son vistos como clientes. Ello fue informado en el marco del Librofest Metropolitano 2017 que organizó la Universidad Autónoma Metropolitana en su unidad Azcapotzalco,.
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