Quizá para millones de capitalinos no signifique nada el nombre de tormenta invernal, sin embargo, para la gente del norte del país, sí, sobre todo para los productores agrícolas que reportan hasta pérdidas anuales por 700 millones de dólares. Así que recordaremos a los habitantes del DF que la más famosa tormenta invernal que llegó y azotó a la ciudad de México fue la del 11 de febrero de 1967; fue la última gran tormenta que trajo una extraordinaria nevada por todo el Valle de México. Sin embargo, lo que más se recuerda es Chapultepec y Paseo de la Reforma bajo la nieve.
Sin duda alguna que millones quisieran sentir el dulce silbido de un viento ligero, porque tras de él, llegará una fantástica brizna y ésta pasará de ligera al extraordinario fenómeno de sentir los copos de nieve.
De acuerdo con el gerente de Meteorología y Climatología del Servicio de Meteorología Nacional, Alberto Hernández Unzón, una tormenta invernal es un sistema de baja presión a 10 kilómetros de altura y se diferencia claramente de un frente frío porque éste es una masa polar.
A la citada tormenta también se le conoce como vórtice de núcleo frío y cuando se encuentra en fase positiva se desarrolla y afecta únicamente a los estados de la Unión Americana.
Cuando está en fase negativa traspasa la frontera y llega por el norte del país, afectando todo a su paso, desde flora y fauna, infraestructura, especialmente carreteras, tendidos eléctricos y tubería de agua y gas, entre otros.
De acuerdo con el Atlas Nacional de Riesgos, el invierno deja en México un promedio anual de 100 personas muertas y pérdidas agrícolas por 700 millones de dólares.
Ahora nos encontramos en fase negativa, razón por la que ya entraron dos tormentas invernales al país; la tercera podía llegar en cualquier momento, según dijo el funcionario, quien agregó que en México no existe una cultura sobre este fenómeno meteorológico.
Asimismo, nos indicó que de aquí a marzo, tal vez se registren aún unas 3 ó 5 tormentas invernales más, por lo que la gente del campo debe estar pendiente para proteger sus cultivos.
Aquellos que no son doctos en la materia pueden darse cuenta que se encuentran bajo una tormenta invernal cuando hay descenso de temperatura, fuertes vientos y neva o cae aguanieve. Estas son las características, expresa Hernández Unzón.
PERROS DEL SOL Y PERROS DE LA LUNA
Si usted sí mira para arriba y descubre los perros del Sol y la Luna, entonces preocúpese y fórrese muy bien porque estos fenómenos comúnmente anteceden a los frentes fríos, nos revela Hernández Unzón.
Aproximadamente, a 24 horas de la llegada de un sistema frontal, se forman pequeñas nubes altas o nubes cirrus y en la parte trasera viene el gran descenso de la temperatura y normalmente empiezan a aparecer hacia finales de septiembre en el Hemisferio Norte y son más comunes en diciembre, enero y parte de febrero.
Cosas extraordinarias suceden en el mundo de la atmósfera, quien observe dos grandes resplandores luminosos al lado del Sol, puede estremecerse, pero no es un asunto paranormal, simplemente es lo que se conoce como Parhelio, un fenómeno óptico, representado por dos grandes aros que se forman en ambos lados del astro rey y son causados por la refracción de la luz.
El Parhelio se forma cuando hay nubes cirros —con aspecto de copos de algodón— que contienen partículas de hielo que actúan como pequeños prismas y, al ser refractados por la luz del Sol, dan forma a este fenómeno. Aunque no siempre tienen la misma forma, a veces, se observan como si fuera un sol tras las nubes, aunque menos brillante, y otras aparecen como soles alrededor.
También hay Parhelio lunar, fenómeno óptico que ocurre cuando se refleja la luz lunar en las nubes y se representa como puntos brillantes en un gran halo luminoso que envuelve a la luna. Al igual que el solar, el lunar es antesala de un sistema frontal que trae consigo el aire frío profundo que forman nube cirrus; también es conocido como Perros de la Luna o Paraselene.
Experimentado profesional
Alberto Hernández Unzón comenzó 2015 como nuevo gerente de Meteorología y Climatología del Servicio Meteorológico Nacional, quien es ingeniero geofísico, egresado del Instituto Politécnico Nacional. Cuenta con una vasta experiencia y trayectoria de 26 años en el Servicio Público Federal. A lo largo de más de dos décadas de trabajo en el SMN participó en el seguimiento de 843 ciclones tropicales, de los cuales 174 han sido huracanes intensos, más de mil 100 frentes fríos, 950 ondas tropicales y 9 mil 800 tormentas intensas. Colaboró con el equipo del SMN en el seguimiento de eventos meteorológicos significativos, como fueron los huracanes intensos Pauline, en 1997; Isidore y Kenna, en 2002; Emily, Stan y Wilma, en 2005; la dupla Manuel-Ingrid, en 2013; y recientemente en el huracán Odile de 2014. En su historial académico cuenta con diversos diplomados tomados en más de una veintena de países. Por lo que se refiere a su trayectoria profesional, fue profesor de Geofísica y Meteorología en el área de Ciencias de la Tierra en el IPN; y en 1989, ingresó como meteorólogo al SMN. En el 2000, desempeñó el cargo de jefe de Proyecto de Fenómenos Extremos y, posteriormente, desde 2001 fungió como subgerente de Pronóstico Meteorológico hasta su reciente designación. Desde 1996, es miembro del Comité Científico Asesor de Fenómenos Perturbadores de Carácter Hidrometeorológico del Sistema Nacional de Protección Civil, el cual preside, actualmente.
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