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Develan complejo arqueológico con antigüedad de casi 2000 años en Sonora

Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) instancia del gobierno mexicano han descubierto en la Sierra Libre, en el estado de Sonora, en la frontera con Estados Unidos, un complejo arqueológico con vestigios de los primeros años de nuestra era al siglo XIX.

Los cuales están dispersos en un área de 20 por cinco kilómetros, en varios cañones escarpados donde no se estableció la agricultura: el lugar estuvo integrado a un sistema de vida nómada que perduró por siglos y dejó una de las más importantes concentraciones de pintura rupestre en México.

En los recovecos pedregosos, los especialistas llevan registrados más de 20 sitios con pintura rupestre policroma de diversas épocas. Uno de ellos es La Pintada, pero este tipo de espacios se extienden hasta los cañones vecinos de Tetabejo y el Aboli. Con La Pintada, son los tres desfiladeros que desembocan a las planicies costeras cercanas a Guaymas. Aunque los sitios comparten rasgos, en cada uno, el patrón es distinto: un conjunto de paneles, un solo panel con diversos motivos o un diseño aislado.

Este 2016, la investigación arqueológica llegó a 10 años de su inicio en el cañón La Pintada, para buscar la identidad, aún no confirmada, de los autores de las miles de pinturas rupestres plasmadas y que representan las más importantes de Sonora.

El resultado en los primeros recorridos de superficie hizo que fuera extendido, de tal forma que hoy ya es imposible entender dicho lugar sin estudiar esta extensión cultural llamada Complejo Arqueológico Sierra Libre, consideran especialistas.

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La directora del proyecto de investigación, Eréndira Contreras Barragán, enumeró los principales logros luego de una década de trabajos arqueológicos: uno, concretar el registro de todas las manifestaciones rupestres que hay en La Pintada y que suman más de dos mil, con fotografías digitalizadas; dos, hacer excavaciones que han permitido localizar lo arriba descrito, y tres, iniciar el proceso de interpretación y análisis de los objetos hallados, que dará información precisa sobre la vida de quienes habitan estos cañones.

Paralelo al desarrollo de la investigación, este año el INAH dio inicio al proyecto de visita pública. El plan es lograr una apertura responsable y con la información necesaria para que el público conozca lo que ahí ocurrió, a través de recorridos controlados y guiados que permitan la seguridad del público y de los miles de motivos rupestres, pues algunos fueron rayados en las décadas de los 70 y 80 del siglo XX y se ha necesitado de años para limpiarlos. Con una inversión de un millón 800 mil pesos, aportados por el gobierno federal, iniciaron las obras para habilitar el sitio y abrirlo al público en un mediano plazo.

De los 20 sitios hallados en sierra Libre, el que contiene mayor cantidad de diseños y de todas las épocas, es decir del 400 d.C. al siglo XIX, es La Pintada. Ahí, además han localizado otros elementos arqueológicos: en el área aluvial, ubicado a la entrada del cañón, fue estudiado un campamento estacional de cazadores-recolectores-pescadores y se descubrió que concentra fragmentos de cerámica tiburón liso (muy delgada y de un característico sonido metálico debido a su excelente manufactura), elaborada aproximadamente a partir del 700 d.C. por grupos culturales de la tradición Costa Central, de la región litoral de Sonora.

La arqueóloga explica que los campamentos de cazadores-recolectores-pescadores son espacios con altas concentraciones de herramientas de piedra, artefactos de molienda, cerámica y deshechos de concha usados para la manufactura de adornos corporales. Son testimonio de la existencia de grupos humanos antiguos que por periodos de tiempo se detenían en lugares cercanos al agua.

El extenso campamento que se descubrió a cielo abierto en La Pintada, ha sido asociado a los grupos de Costa Central a partir de las características del material arqueológico hallado. Eran cazadores-recolectores-pescadores que entre el 400 a 200 d.C. hasta el siglo XIX, se desplazaron por las zonas más áridas de Sonora, en la serranía litoral del Golfo de California, desde Puerto Libertad, en Pitiquito (al norte del estado), hasta Cabo de Haro, en Guaymas (al sur), abarcando Hermosillo (centro-sur). Muchos antropólogos consideran que los grupos que desarrollaron la tradición Costa Central son los antecesores de los seris.

El campamento también concentra puntas de proyectil y utensilios de molienda elaborados por esos grupos, así como cuatro hornos, el más grande con un diámetro de 10 metros, donde, con corazones de agave, se provocaba una combustión de más de mil grados, posiblemente con fines rituales.

En el área de dicho horno, pero no asociados a éste, se hallaron fragmentos de restos humanos de por lo menos ocho individuos. Para los arqueólogos, lo relevante de los vestigios es que indican que durante un largo periodo el espacio tuvo un carácter ritual. Los huesos están en proceso de análisis antropofísicos.

Los estudios en La Pintada ahora permiten confirmar que dicha tradición cultural abarcó esta parte de la sierra Libre y los especialistas vislumbran que es muy probable que, quienes la desarrollaron, sean los autores de la pintura rupestre del Complejo Arqueológico ahí descubierto, porque el área de campamento alcanzó su mayor intensidad entre 700 y 1600 d.C.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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