En medio de confrontaciones entre las tribus perredistas por falta de una definición política clara del jefe de Gobierno del DF (GDF), Miguel Angel Mancera Espinosa, autoridades capitalinas promueven la recuperación del esplendor que tuvo la antigua Tenochtitlán, que maravilló a los conquistadores hispanos a finales del Siglo XVI, cuando arribaron a tierras aztecas.
Esa conquista del esplendor prehispánico se comenzó a tejer en las administraciones perredistas de Cuauhtémoc Cárdenas cuando se alzó con la victoria político-electoral en la capital del país, en las postrimerías del siglo pasado, en 1997, y descubrir el valor que tenía la manifestación popular en el quehacer político-administrativo.
Pero fue hasta las administraciones de Andrés Manuel López Obrador (2000-2005) y de Marcelo Ebrard Casuabón (2006-2012) cuando, de la mano de Carlos Slim, la Ciudad de México inició los trabajos que llevarían a la ciudad azteca a una remodelación total de su Centro Histórico, para darle una imagen similar a la que presentan desde hace varias décadas las principales capitales europeas.
Así, los añejos barrios capitalinos del centro recobraron su belleza arquitectónica y, de ser sitios de vistas paupérrimas y con rasgos contestatarios, pasaron a ser objeto de postales fotográficas para visitantes nacionales y extranjeros.
Al mismo tiempo, se realizaron otros programas que abarcaron las colonias circunvecinas, ubicadas al poniente del Centro Histórico. Fue el caso de la Roma y la Condesa; parcialmente, San Rafael, Tabacalera, Guerrero y, lateralmente, Tlatelolco y Peralvillo.
Mientras que con inversiones de la iniciativa privada, Paseo de la Reforma se convirtió en una réplica de Campeos Elíseos, el eje internacional parisino, tal cual lo soñó su creador, Porfirio Díaz.
Ahora, Paseo de la Reforma es un conjunto de edificios inteligentes que lo colocan al nivel de otras urbes de avanzada y, con ello, arrancó varias sedes de grupos empresariales a la otrora exclusiva Santa Fe. El trabajo se redondeó con los paseos ciclistas dominicales, cuya presencia supera 30 mil registros, dijo Mancera.
San Angel, Coyoacán y, en parte, Tlalpan, se sumaron a esa remodelación urbana. Simultáneamente, la avenida Mazarik, en la aristocrática Polanco, equipara su imagen comercial a la 5ª. Avenida neoyorquina y, las antes proletariadas colonias Granada, Argentina y otras circunvecinas, ahora son polo de desarrollo comercial y financiero por el empuje que, igualmente, les ha dado Slim, al construir en esta zona espectaculares edificios, entre los que sobresale el Museo Soumaya, nombre impuesto por el magnate a ese centro cultural, en memoria de su esposa.
Pero el brillo está en el Centro Histórico donde ya se creó la tercera calle peatonal: 16 de Septiembre que, junto con Madero y Regina Coeli, constituyen un remanso al trajín que, diariamente, se vive en el Zócalo capitalino.
Conciertos callejeros al aire libre, artistas improvisados, estatuas vivientes y demás manifestaciones populares son atractivos que dan lustre a estas calles.
Existen otros proyectos, como el corredor Zócalo-Palacio Legislativo de San Lázaro, que tocará al centenario Mercado de la Merced y calles y barrios adyacentes, a desarrollarse este año, para sumarse a ese esplendor reconquistado.
También están los proyectos de remodelación de calles que rodean al belicoso Barrio de Tepito, aunque su desarrollo es más lento, al igual que sus propuestas de calles peatonales.
Estas acciones y proyectos harán que ese brillo perdido durante siglos reconquiste a los capitalinos y visitantes y, al mismo tiempo, arrebate el Centro Histórico a grupos de manifestantes que han convertido al Zócalo en un nicho de valor insuperable, pero que, al mismo tiempo, vandalizan y destruyen sin piedad alguna.
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