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Difícil revertir daño medioambiental, pero se buscan soluciones

Del desequilibrio ambiental todos somos responsables. En la era moderna bastaron dos siglos y medio de indiferencia para colocar en riesgo máximo la sobrevivencia de los organismos vivos –raza humana, plantas y animales-.

Lo anterior como resultado del acelerado auge industrial y el consecuente crecimiento exponencial de la población, y aún cuando de manera global se está actuando para aminorar los daños, algunos de ellos difícilmente podrán ser revertidos.

La causa: las recientes acciones derivadas del desarrollo sostenible llegan a destiempo y obedecen más a criterios políticos que científicos, en tanto que la generación de tecnologías verdes son sólo herramientas que pueden contribuir en la solución de problemas inmediatos; empero la agresión contra la Naturaleza que data de muchos años, exige cirugía mayor.

Después de permanecer impasibles por más de 250 años ante la degradación, sobreexplotación y contaminación de los recursos tierra, aire y agua, apenas hace unos años se cayó en la cuenta de que el Medio Ambiente mundial está en la antesala del colapso y gobiernos, empresarios y ciudadanos prestan atención.

Sobre la situación actual y la urgencia por atender lo que en el pasado se descuidó, la directora del IPN, Yoloxóchitl Bustamante Diez, reflexiona:

“Nos encontramos en una situación en la que hay que rescatar lo que sea rescatable y administrar lo que queda de los recursos naturales”.

Si el desarrollo sostenible motiva políticas públicas de remediación y conservación, y las tecnologías verdes que se innovan en el Politécnico y casi todas las universidades e instituciones de educación superior, e inclusive en las grandes empresas del sector privado, contribuyen con su aplicación a corregir los daños que aún no llegan a ser irreversibles, hay que impulsarlas e incluirlas en todos los procesos productivos y el quehacer diario de la gente, pero, precisa, “no esperemos que remedien la situación”.

Durante muchos años se pensó ingenua y equivocadamente que no por fumar, quemar leña y carbón, emitir gases industriales y hacer uso excesivo de vehículos automotores, estábamos contaminando el aire; que los bosques que hoy en día se pierden por millones de hectáreas a causa de la tala inmoderada e incendios, por siempre nos proporcionarían oxígeno; y que los inmensos océanos jamás agotarían sus especies por arrojar porquerías a sus aguas, pero, “la realidad nos está dando una lección”.

Población versus naturaleza

La historia moderna hace énfasis en la Revolución Industrial –cuyo único fin fue crecer económicamente- para ubicar la época en que se aceleró la agresión contra el Medio Ambiente.

Primero se privilegió por sobre la protección y preservación de las recursos naturales la industrialización de las actividades productivas. Había que generar de manera acelerada bienes materiales que hicieran placentero el estilo de vida de una población que apostaba por el progreso. Este cambio exigió mayores cantidades de materiales y para cubrirlos fue necesaria su explotación excesiva. Luego, ahora, cuando el daño a la Naturaleza alcanza proporciones de peligro, sociedad, gobierno y empresas muestran preocupación y hacen todo tipo de esfuerzos: separación de desechos orgánicos e inorgánicos, aplicación de programas ambientalistas, uso de tecnologías para ahorrar agua y electricidad, y aprovechar la energía solar, en un intento por revertir la situación

El crecimiento de la población -que constituye una amenaza ambiental, sumó más de 6 mil 800 millones de personas en 2010- fue uno de los fenómenos que se dio de manera exponencial con la Revolución Industrial, en cuya época –mediados del siglo XVII- vivían en el Planeta unos 800 millones.

Los requerimientos de consolidación y desarrollo de la industria, y los de sobrevivencia de la creciente raza humana provocaron la degradación del Medio Ambiente. Elevaron a puntos críticos el agotamiento de recursos como materias primas y combustibles fósiles, la destrucción o fragmentación de ecosistemas, y la pérdida de diversidad biológica. Esta situación, afirma la comunidad científica, reduce la resistencia del Planeta.

Desafíos ambientales

Hoy más personas viven y trabajan en áreas urbanas que en rurales: la proyección para 2030 es de 60 por ciento en Latinoamérica, mientras que para Norteamérica, Europa y Oceanía será de 70 por ciento.

El investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Luis Bojorquez Tapia explica que para “acomodar” a los dos mil millones de habitantes que se sumarán a la población mundial en las próximas dos décadas, será necesario tener cada año el equivalente a 13 ciudades como las que actualmente alberguen a más de cinco millones de personas, la mayoría en países en desarrollo.

Esta situación ya se vive en México. Como se expande la población en el Distrito Federal –capital del país donde viven poco menos de 9 millones- ocurre igual en el resto de ciudades del territorio, con consecuencias negativas en manejo de agua, contaminación y preservación de áreas verdes, además de la creciente demanda de energía.

Igual que el crecimiento urbano motivado por la presión de un mayor número de población, la seguridad alimentaria es un desafío ambiental de suma importancia que enfrenta México y todos los países del Mundo, y como tal requiere acciones concretas.

La disponibilidad de alimentos, a decir del investigador ecologista, es un reto de la humanidad ya que “no la tenemos garantizada”. Y aunque existen esquemas nuevos de organismos genéticamente modificados, resulta riesgoso fiarse de ellos ya que no incrementan la producción; simplemente son paquetes tecnológicos distintos.

No obstante, aunque los aspectos anteriores se refieren al bienestar de la gente, “porque todos queremos comer y vivir bien”, los gobiernos carecen de respuestas acertadas y oportunas.

Como ciudadanos, dice Bojorquez Tapia, hay que exigir la atención de las prioridades citadas pero sin descuidar la implementación de medidas preventivas, de preservación, de regeneración y cuidado del entorno natural. Pero también, hay que transformar nuestra conducta, patrones de consumo y forma de vida frente a la Naturaleza.

Antes del 5 de junio de 1973, fecha que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fijó para celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente, la sociedad no había reconocido al entorno. “Era algo extra, fuera del quehacer humano”; actualmente ya se relaciona al ambiente y recursos naturales con calidad de vida.

Sobre el desarrollo sostenible Bojorquez Tapia destaca que en México es muy poco lo que se hace. A ello se debe la pérdida de 115 mil hectáreas en promedio anual entre 2005 a 2010, situación que lo coloca en la posición 17 en deforestación a nivel mundial.

Los bosques están presionados cada vez más por la expansión urbana y la tala de árboles, y, en consecuencia, urge plantear cómo transitar a la sustentabilidad con eficiencia en los mecanismos de administración del agua, de protección a zonas naturales, y de reordenamiento urbano.

La crisis tiene respuesta en la ciencia

En la investigación científica y el desarrollo tecnológico está la respuesta a la problemática que presenta el calentamiento global, la contaminación del Medio Ambiente y la pérdida de biodiversidad.

Convencida de lo anterior, Martha Bibbins Martínez, subdirectora académica y de Investigación del Centro de Investigación en Biotecnología Aplicada (CIBA) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) con sede en el estado de Tlaxcala, reta:

“Que nos dejen trabajar a los investigadores de las instituciones de educación superior donde se hace investigación y desarrolla la ciencia, y habrán resultados concretos y positivos. Que se den los recursos necesarios para equipamiento de laboratorios y por líneas de investigación se evaluarían los problemas de tipo ecológico y ambientales, y sin que entorpezcan los criterios políticos, se tendrían respuestas en el mediano plazo”.

Lamenta que lo anterior no ocurra en México porque impera la negativa a incrementar el presupuesto a ciencia y tecnología; la toma de decisiones desde el escritorio por personas que carecen de conocimiento en materia ambiental; y el equivocado criterio de los gobiernos de buscar respuestas políticas a problemas científicos.

De visita en el CIBA-IPN se le cuestionó: ¿es posible remediar algunos de los daños mediante las tecnologías verdes, ante el acentuado deterioro ambiental y la tardanza en la adopción de medidas preventivas?

– Sí. La solución la tiene en sus manos la ciencia. Ahí está la biotecnología, que presenta un gran potencial. Por ejemplo, ante los bajos rendimientos de producción en tierras de poca fertilidad, contaminadas con pesticidas y fertilizantes químicos o que tienen exceso de sales, los cultivos genéticamente modificados pueden aumentar los volúmenes de alimentos.

– ¿Mediante transgénicos?

Así es. Se crean granos o vegetales resistentes a plagas y enfermedades que crecen con poca agua, en mayor cantidad y ciclos cortos de desarrollo. No demerita la calidad y tampoco representan riesgo para la salud. Antes de liberar un producto tratado genéticamente, se somete a rigurosas pruebas.

La desconfianza es por desconocimiento y falta de difusión de lo que son los transgénicos. Las campañas en contra de grupos ecologistas frenan su cultivo no obstante la creciente demanda mundial de alimentos. Por eso mismo, en general los agricultores los rechazan, pero no obstante, hay regiones del país donde ya se siembran.

De igual forma, a través de esta ciencia es posible producir y liberar vacunas para combatir enfermedades que afectan a animales, como por ejemplo, la influenza aviar.

La biotecnología interviene en procesos productivos alimentarios y agroindustriales, como en actividades ambientales, En estas últimas, es posible crear las condiciones para la recuperación de biodiversidad mediante procesos que utilicen microorganismos, hongos, plantas o enzimas derivadas de ellos, recomponiendo un medio ambiente alterado.

La biorremediación, además, ataca contaminantes específicos de suelo y agua por medio de la degradación bacteriana de compuestos organoclorados o de hidrocarburos.

¿En que campo estaría mejor plantada la ciencia, en el del desarrollo sostenible o en el de la tecnología verde?

-En ambas. En la primera aportaría conocimiento para la toma de decisiones, definir políticas y proyectos viables que reconcilien los aspectos económico, social y ambiental. En la segunda, crearía e innovaría herramientas específicas para la preservación de ecosistemas, hacer uso eficiente de agua y energía eléctrica, y promover y apoyar la creación de espacios ambientalmente limpios.

La sustentabilidad es un gran negocio

En abril, el Tecnológico de Monterrey campus ciudad de México realizó el Foro de Negocios Verdes, donde se evidenció la rentabilidad que representa para las empresas volverse sustentables.

Manuel Gómez Peña, director de Sustentabilidad de Walmart México y Centroamérica: la sustentabilidad “no es un tema de marketing, sino de negocio, somos muchas las empresas con una estrategia de sustentabilidad, que es parte de nuestro plan de negocio”. Implementar mecanismos de ahorro en el uso de energía o agua se traducen en reducción de costos, que impactan directamente en los balances financieros de las empresas. En consecuencia, la responsabilidad social es un tema “claramente de negocios”, puesto que permite a los corporativos ser más eficientes.

Eduardo Cervantes, director de Asuntos Públicos de Coca-Cola de México: las medidas sustentables que aplican las empresas también impactan en sus ventas. “Los consumidores se dan cuenta cuando las compañías tienen ese tipo de esfuerzos. La confianza, la lealtad de marca, las preferencias de compra, cada vez se van más hacia las empresas que ven que realmente tienen acciones de ese tipo”.

Isabel Studer, coordinadora de Negocios Verdes del Tecnológico de Monterrey: La “sustentabilidad es una parte intrínseca de la actividad económica”, por lo que estamos enfrentando una nueva revolución industrial, la cual implica “transformar la manera en que producimos y consumimos, tenemos que repensar el desarrollo económico”. Hacer negocios sustentables es la nueva estrategia para que las compañías sean atractivas a los inversionistas y también más rentables.

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