Con el fin de analizar el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI) para el desarrollo del país, se realizaron dos mesas de discusión como parte de la programación de los Foros Universitarios «La UNAM y los desafíos de la Nación».
En este evento, César Domínguez, director general de Divulgación de la Ciencia (DGDC); William Lee, coordinador de la Investigación Científica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); y José Franco, coordinador general del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT), quienes destacaron que la intención de estas mesas es visualizar los ajustes que requiere nuestro sistema de ciencia y tecnología para funcionar, y que esta reflexión sea un primer paso ante los cambios y retos que están por venir para nuestro país.
En la primera mesa participaron María Elena Medina Mora, directora del Instituto Nacional de Psiquiatría; Julia Tagüeña, directora adjunta de Desarrollo Científico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt); Joaquín Ruiz y Raúl Rojas, investigadores de la Universidad de Arizona y de la Universidad Libre de Berlín, respectivamente.
Julia Tagüeña hizo referencia a la necesidad de tener claridad sobre la situación de la ciencia en el mundo, de las fortalezas nacionales y de considerar una visión a largo plazo, y sostuvo que “las problemáticas que se escuchan de manera frecuente en nuestro país son áreas de oportunidad, como las energías renovables, la mecánica cuántica y nanomateriales, que en su opinión darán posibilidades tecnológicas insospechadas. Tenemos una oportunidad y una fortaleza porque contamos con una gran masa crítica”.
Para México ha sido muy importante la posibilidad de participar en los grandes proyectos internacionales, como se ha hecho en el Gran Colisionador de Hadrones (en la frontera franco-suiza) y con el Gran Telescopio Milimétrico (en la sierra de Puebla), proyectos que han requerido de la unión de varios países y que marcan investigaciones de frontera.
Por su parte, Joaquín Ruiz, señaló que para lograr la innovación en un país hace falta construir ecosistemas de innovación a través de una política nacional, capital de riesgo, incubadoras y educación —una cultura con libertad de perder, tolerancia de ideas estrambóticas, velocidad increíble de empezar cosas nuevas —.
Abundó que este modelo aplica en lugares como Silicon Valley y en otros lugares considerados ecosistemas de innovación en Estados Unidos, donde la educación juega un papel relevante, «está al centro de los ecosistemas de innovación». Universidades importantes para producir las ideas como Stanford, MIT, son algunos ejemplos, ya que las propias universidades cuentan con un ambiente de innovación, agregó.
«La gran mayoría de la gente que se atreve a hacer innovación son los estudiantes de licenciatura, como son los casos de Facebook y Microsoft», ejemplificó Ruiz y agregó que México está por buen carril en el tema de la transferencia tecnológica, aunque con poca historia en este terreno, por lo que sugirió crear un currículum que sea inter y trans disciplinario, que se enfoque a temas importantes del país o del mundo”.
Para Raúl Rojas, son tres las revoluciones industriales que pueden ser identificadas a lo largo de la historia de la humanidad: la tecnología del vapor, la introducción de los motores de combustión interna y la electrificación, y la computación.
“Esta última revolución, que inició lentamente en la década de los 50, se aceleró en los 70 y continúa en la actualidad, tiene que ver con las tecnologías de la información, área en la que cada 10 años se presenta un nuevo paradigma”, dijo Rojas.
El investigador planteó preguntarse lo que ocurrirá del año 2020 al 2030 en lo que se refiere a la inteligencia artificial, en especial cuando lo que se busca es convertir a los objetos en inteligentes y ya no solo conectarlos a internet.
Rojas planteó, a través de una video conferencia, algunas propuestas que se podrían adoptar en nuestro país, como la creación de un centro de inteligencia artificial y un plan de acción a largo plazo en el campo de las tecnologías de la información; y buscar que la industria invierta un mayor porcentaje a la investigación en estas áreas.
María Elena Medina Mora habló desde su campo de especialización, la psicología. Abordó el tema de la depresión, enfermedad mental a la que se le asigna el 2.2% del presupuesto público de salud para atenderla, pese a que hay casi siete millones de personas que la padecen, afectando principalmente a la población joven, y no existe un esquema para atenderla a largo plazo. Agregó que a la depresión se le considera uno de los desafíos del futuro en el mundo, pues incide en la baja productividad de un individuo.
Las acciones que implementará Conacyt en lo que resta del sexenio para reforzar al sector CTI, están dirigidas a blindarlo de los vaivenes sexenales que rigen la vida política del país, y al mismo tiempo se promoverá que la institución tenga una mayor autonomía.
«Se buscará que el organismo se des-sexenalice y el nombramiento de su director sea por ocho años. Además que la institución esté totalmente profesionalizada; que tenga un plan de trabajo de 30 años avalado por el Congreso, empresarios, academia, sociedad y gobierno, y cuente con una cláusula de gradualidad en su presupuesto que signifique que siempre se le asigne más y no menos», indicó Enrique Cabrero, director general de Conacyt.
Agregó que el presupuesto asignado a CTI alcanzó su pico más alto en 2014 con 0.54% del Producto Interno Bruto y actualmente se encuentra en 0.51%, por lo que se tiene que implementar —como parte de la visión a largo plazo del sector— una política de austeridad inteligente; «eso es compartir infraestructura, capacidades y fomentar la movilidad de investigadores. Necesitamos que los laboratorios sean instalaciones compartidas por instituciones, por grupos y así poder crecer más sin necesidad de hacer inversiones redundantes».
Alejandro Ádem, de la Universidad de Columbia Británica, en Canadá, habló sobre la vinculación de los sectores de CTI, proceso que describió desde un enfoque teórico. Señaló que el objetivo de la innovación es que esta tenga un impacto económico: “La innovación aplica los conocimientos científicos para tener estos resultados”.
Ádem destacó que la inversión en investigación básica es indispensable para el desarrollo de CTI en cualquier parte del mundo, ya que de lo que se “trata es buscar un círculo virtuoso, no una pirámide”.
El matemático también reconoció como elemento fundamental para que el proceso de captación de talento se dé es el que recae en la educación, porque “si no existe un buen nivel educativo entre la mayoría de la población, los beneficios serán desiguales. La promoción de la ciencia es fundamental, la ciencia debe ofrecer oportunidades, nunca una barrera”.
El investigador del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), Luis Enrique Sucar, apuntó que la inteligencia artificial es un área fundamental para resolver algunos de los problemas de México en salud, educación, seguridad, energía y rehabilitación.
Explicó que algunos de los retos es entender qué es la inteligencia y así crear y desarrollar sistemas inteligentes. Propuso cambiar la enseñanza de computación a nivel medio superior, fortalecer e impulsar la investigación en computación e inteligencia artificial, y promover y facilitar la transferencia de tecnología y generación de empresas. «Estamos en los inicios de la revolución de la inteligencia artificial, la UNAM y México deben ser actores y no simplemente observadores».
Por último Jana Nieto Karam, representante de 3M México, coincidió con los ponentes en que la innovación es global y que las empresas deben estar convencidas de la importancia de invertir en la investigación.
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