El Cambio Climático acabaría con el mundo y forma de vida que conocemos, por lo que es necesario que los gobernantes del orbe se pongan de acuerdo en la Cumbre Mundial Climática de Copenhague para que se enfrente, frene y revierta este fenómeno. Este es el sentir generalizado, sin embargo, en la práctica, nadie está dispuesto a sacrificar nada, ni ricos ni pobres; porque los primeros contaminan excesivamente al consumir en forma abusiva, mientras que los segundos lo hacen al deforestar para sobrevivir.
Los 37 países más ricos e industrializados del mundo reconocen que sus actividades han envenado al mundo, al Planeta que tienen a punto de provocarle cambios profundos, uno de ellos podría ser la desaparición de la propia especie humana y después de eso, ya nada importará.
Esos pueblos reconocen su culpa, pero no tienen la voluntad de cambiar y mucho menos de realizar algún esfuerzo por mejorar la situación. Tal es el caso del gobierno estadounidense que asistirá a Copenhague con la consigna que le dio el Senado de Estados Unidos: que sean los países en vías de desarrollo y los pobres los que carguen con la mayor responsabilidad para encarar el Cambio Climático.
Ante esta situación, China, India y Brasil hicieron frente común —esperan que se les unan otros países— para obligar a las naciones ricas a corregir los males causados por ambiciones que no tienen límites, porque más tienen, más quieren y con esa mentalidad no se podrá hacer nada para corregir los males provocados.
La propuesta danesa, que exhorta a los países ricos a luchar porque la temperatura en los próximos años no sea superior a los 2 grados centígrados y reducir conside-rablemente sus emisiones en el corto y mediado plazo, al 50 por ciento antes del 2050. Así como la creación de un fondo para el clima, de donde saldrían los recursos para que los países ricos paguen a los pobres por reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI’s). Esto quiere decir que los ricos no reducirán sus poluciones. Obviamente que esto molestó a las naciones en desarrollo y pobres y vino a aumentar las diferencias entre ambos bandos.
El grupo BASIC (Brasil, Sudáfrica, India y China) presentó su propuesta que, fundamentalmente, se basa en la reducción de emisiones del Protocolo de Kioto, ya que es por ahora el único tratado vinculante legalmente e incluye medidas de asistencia financiera y transferencia de tecnología.
FRACASO COSTOSO
Si desafortunadamente llega a fracasar esta cumbre, los costos económicos serán elevadísimos. Sobre todo, porque le costaría a la economía mundial unos 500 mil millones de dólares al año, según el director de la Agencia Internacional de la Energía, Nobuo Tanaka.
Explicó que si no se aplican medidas inmediatas a bajar las GEI’s, se requerirán 500 mil millones de dólares al año de inversiones adicionales para recuperar el tiempo perdido y volver a la trayectoria inicial.
NUEVAS EVIDENCIAS
Durante los dos últimos años, 2008 y 2009, se han generado 47 mil millones de toneladas de dióxido de carbono (Co2) equivalente; es decir que se dejaron de emitir 3 mil millones de toneladas, por la crisis financiera que afectó al mundo. Esto quiere decir que se están generando 50 mil millones de toneladas anuales y, por lo tanto, es necesario y urgente que se recorte al 50 por ciento, para evitar que en el mediano plazo la temperatura se eleve más de 2 grados centígrados, lo cual sería desastroso para el Planeta, según el más reciente estudio sobre el CC, realizado con motivo de la celebración de la Cumbre Mundial Climática.
Esta reducción que se dio por la crisis, debe seguir funcionando, para que, por lo menos en el año 2020, las emanaciones de los GEI’s se encuentren por abajo de las 44 mil millones de toneladas, si no hubiera acuerdo post Protocolo de Kyoto. Si se logra, la reducción tiene que ser alrededor por el 50 por ciento.
Los países en vías de desarrollo generarán para el año 2020, 28 mil 900 millones de toneladas de Co2, de ahí, también la necesidad de que recorten considerablemente sus emanaciones.
CONSECUENCIAS ATROCES
Si no se alcanza acuerdo alguno y la temperatura rebasa los dos 2 grados centígrados, las consecuencias serían fatales.
Para empezar, el calor acabaría con 70 por ciento de la biodiversidad, por lo menos, lo que, sin duda alguna, sería una pérdida que a la Humanidad le saldría muy costosa, pues acabaría con muchos recursos para producir bienes de consumo general.
Con el derretimiento de las masas de hielo, el nivel del mar llegaría a aumentar hasta 67 metros. El agua dulce se mezclaría con la salada y evitaría la agitación marina. Es decir, se paralizaría el Gran Cinturón Transportador Oceánico, lo que, a su vez, causaría que todo sea una gran zona muerta. Se acabarían los nutrientes, oxígeno y toda forma de vida en los mares.
Consecuentemente, la extensión de la tierra se reduciría considerablemente. El agua dulce escasearía, se tendrían conflictos sociales por tener estos dos elementos. Además, se contaría con menos alimentos, se tendrían lugares muy fríos y muy calientes, con muchas y escasas lluvias, inundaciones, ventarrones, ciclones. Y lo peor, menor protección contra todos esos fenómenos.
Los servicios ambientales que la biodiversidad presta a la Humanidad están valorados en 33 trillones de dólares al año y el hombre, únicamente puede producir riquezas anuales —abusando de los recursos naturales— que alcanzan un valor de 64 ó 68 billones de dólares. O sea, en realidad, casi nada.
Además, viejas y nuevas enfermedades atacarían a un mayor número de personas y, consecuentemente, la morbi-mortalidad sería mayor. Los refugiados ambientales se incrementarían notablemente. En los últimos dos años se produjeron alrededor de 50 millones de nuevos refugiados ambientales; en México, la cifra se calcula en 800 mil en ese lapso.
México perdería más del 15 por ciento de su territorio por cada una de sus zonas costeras, al menos, el 68 por ciento de la población saldría afectada y se perdería hasta el 30 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), según se dijo en la Cumbre. Sin embargo, Greenpeace México afirma que la pérdida del alcanzará hasta el 71 por ciento.
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