Con un total de 29 Pueblos Mágicos y con Encanto, el Estado de México es uno de los principales atractivo para las nuevas corrientes de viajeros que se interesan más por la cultura, gastronomía e historia que por los destino de sol, en esta temporada de vacaciones veraniegas.
Estos pueblos reúnen en su historia la tradición precortesiana con las bellezas arquitectónicas de la época colonial.
Sus templos, construidos por los misioneros franciscanos, dominicos y agustinos dan testimonio de la mezcla de fe judeo-cristiana con sus deidades de antaño, matlazincas, nahuas, otomíes, purépechas y de otras etnias que ocuparon el actual territorio mexiquense.
Ese crisol se funde en las bellezas naturales que rodean a poblados como Acolman, Aculco, Amanalco, Amecameca, Ayapango y Axapusco.
Mientras que Coatepec Harinas, Donato Guerra, El Oro e Ixtapan de la Sal conjuntan la tradición con la renovada visión de los Siglos XIX y XX.
Jilotepec es agrícola; Malinalco, cultura; Metepec, tradición; Otumba y Ozumba, junto con Papalotla y San Martín de la Pirámides, historia pasada y presente.
Sultepec, Tlalmanalco, Tamascalcingo, Temascaltepec y Teotihuacán, al igual que Tepotzotlán, Tepetlixpa, Tonatico, Valle de Bravo, Villa del Carbón, y Zacualpan coronan esa pléyade de sitios que deben visitarse por quienes quieren hurgar en el pasado las raíces de la mexicanidad.
Por fortuna, todas estas poblaciones están cerca y algunas dentro del Valle de México por lo que visitarlas no requiere de tanto tiempo ni de grandes recursos económicos.
Todas tienen la gastronomía propia que, ahora con el reconocimiento de universal de valor inmaterial de la comida mexicana, la convierten de platillo doméstico de antaño en cocina gourmet de los nuevos paladares.
Ni qué decir de su arquitectura o su alfarería y cestería o de sus ritos centenarios y sus peregrinajes de un eterno retorno a las querencias.
En las grandes ciudades del centro nacional y allende las fronteras, los trajes típicos obtienen carta de naturalización por su belleza, colorido y los materiales naturales con los que se elaboran.
Rezos y cantos; bailes y danzas reúnen a las generaciones pasadas con las juventudes actuales que idolatran el pop y los ritmos modernos, pero que no olvidan el rasguido de la guitarra o el ulular del caracol, aunque el Edomex no tenga acceso directo al mar.
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