Comento con el maestro Ricardo Arce Aguiar, maestro en derecho constitucional y amigo de excelencia, la tragedia de Filipinas. Experto que es, en cine, recuerda la película Categoría 6: el día de la destrucción (Estados Unidos, 2004, dirección de Dick Lowry, actores: Thomas Gibson, Nancy McKeon, Randy Quaid). El filme, de ficción, trata de un superhuracán, categoría 6, que golpea a Chicago. En paralelo ocurre una crisis en el abasto de energía eléctrica a la ciudad, provocada en última instancia por el ataque de un hacker, que obliga a la secretaria de Energía, Shirley Abbott (Dianne Wiest), a someter a empresas privadas proveedoras del servicio. La funcionaria del gobierno norteamericano advierte: “Las compañías quieren aumentar el uso del carbón para generar electricidad sin hacer nada para contrarrestar las consecuencias medioambientales”.
Sí, usar carbón, o petróleo, o gas, o uranio, habría de agregarse. Combustibles fósiles cuyo consumo genera gases de efecto invernadero, una de las causas del Cambio Climático, del calentamiento global. Como tanto se ha insistido, aunque algunos no lo aceptan y hasta acusan de catastrofista interesado a Al Gore por su activismo en favor del Medio Ambiente, particularmente atento al Cambio Climático.
¿El Cambio Climático está vinculado al supertifón Haiyan, o Yolanda como le llaman en Filipinas? Tocó tierra con rachas de casi 350 kilómetros por hora. “Si no es la máxima, es una de los dos o tres mayores marcas de la historia”, explica Fermín Elizaga, de la Agencia Estatal de Meteorología española (AEMET). Si bien el gobierno de aquella nación cuantifica las pérdidas humanas (al día 15 de noviembre) en 2357, la Organización de las Naciones Unidas dijo que teme que haya más de 10.000; el mundo debe «esperar lo peor» cuando se haga el balance final de víctimas.
¿Un meteoro de sexta categoría? No hay tal rango en las escalas de medición. La máxima es categoría 5, en la Saffir-Simpson, clasifica los ciclones tropicales, o en la Fujita, establecida para tornados. Miden la velocidad de los vientos y consideran el nivel de los daños. No hay más allá de 5 porque ésta supone que toda obra del hombre, o bienes de la Naturaleza, queda destruidos: construcciones derruidas, bosques arrasados. En el caso de Filipinas, como aquí en los meteoros Ingrid y Manuel, de septiembre pasado; en 1988, Gilberto; el Stan, en 2005 y en el mismo año, Katrina; en 2010, Karl, fueron fenómenos hidrometeorológicos, el agua agregó componentes a la tragedia, inundaciones, desgajamiento de cerros, eventos fatales. Distintos los tornados en territorio norteamericano, casi siempre ocurren disociados del agua.
En la conferencia mundial sobre Cambio Climático, en desarrollo en Polonia, Naderev Sano, representante de Filipinas, ha comenzado un ayuno para reclamar medidas concretas contra el fenómeno climático, según él causa del supertifón. «Podemos tomar acciones drásticas para evitar un futuro en el que se conviertan (los supertifones) en una forma de vida», informa Europa Press.
Si bien científicos dicen que “Los episodios meteorológicos aislados no pueden asociarse concluyentemente al calentamiento global, el vínculo entre el calentamiento provocado por los seres humanos y la actividad de los huracanes no está claro, aunque se supone que el aumento en los niveles de los mares tornará a las naciones de tierras bajas más vulnerables a las marejadas”. Filipinas entre ellas como oportunamente se ha advertido.
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