El gran día había llegado y con él los primeros rayos de sol que suavemente acariciaron su frente, a la distancia era posible mirar el reflejo del cielo en el mar, nada podía fallar, era un día especial y lo merecía todo. Alguien dio tres pequeños golpes a la puerta y ella abrió, era el servicio a la habitación con una mimosa y una gran sonrisa, ellos también estaban listos para ayudarla en el día más feliz de su vida.
Desde temprano, wedding planers y concierges se desplazan de un lado a otro, ese día todo debía ser perfecto, las sillas alineadas sin ningún error, la arena lucía lisa y brillante, como si cada granito hubiese sido acomodado para que ella y solo ella pudiera pisarlos, al interior el resto del equipo se da prisa con los preparativos, flores, servilletas y mantelería impecable, mientras que en la cocina cada chef pone su corazón en los platillos, en esa fiesta habrá mucho de qué hablar, sobre todo de lo increíble que lucía cada detalle.
Las tradiciones siempre son importantes y más en un momento como este, sin dudarlo colocan en su cabello una flor azul que la hacía lucir aún más bella que el mar que la rodeaba, un brazalete prestado y las perlas que le han regalado, algo prestado y algo viejo. Ella lo tenía todo listo, la novia lucía perfecta y encantadora.
Mientras ella afinaba los últimos detalles de su persona lo demás se aseguraban de tener todo listo y en forma, no está preocupada, sabe que son expertos y que todo saldrá tal como lo había imaginado.Los invitados comienzan a salir y a ocupar sus lugares mientras que en la cocina se termina los detalles del pastel, todo está listo, solo faltan ella y el novio.
Él tampoco parece nervioso, acomoda su Boutonnier mientras piensa en lo afortunado que es, en ese hermoso y perfecto día la haría su esposa, después de tanto tiempo, después de tantas risas y planes a futuro había llegado el momento y él estaba listo para correr hasta el altar en espera de lo que consideraba el ser más hermoso sobre la tierra. Y eso que aún no la veía ataviada en su hermoso vestido blanco.
El tiempo había pasado muy deprisa, los expertos revisaban los últimos detalles mientras ella descendía por la escalera y él ocupaba su lugar frente al mar, el sol comienza a teñirse de colores mientras inicia poco a poco su recorrido para ocultarse, era la imagen perfecta, la luz adecuada y el telón de fondo sin igual.
Ella camina feliz, dichosa y orgullosa sobre la arena que acaricia los bordes de su vestido, él sonríe, se impacienta y se vuelve a enamorar, no sabe si fue la luz, el vestido o la mirada que ella tenía.
Lo habían logrado, por fin marido y mujer, su amor había sido sellado al atardecer con sus amigos y familia como testigos, ahora sólo quedaba festejar y ya todo estaba listo, no faltaba nada, sólo divertirse.
Todo es posible en el sueño de todas las personas que quieran hacer inolvidable ese gran momento en la vida; por ello, en el Barceló Ixtapa los especialistas en bodas se encargarán de hacer de ese día una experiencia inigualable.
Comentarios Cerrados