Las Salas de Lectura en México, representan “un movimiento ciudadano por la lectura. Los mediadores que forman estas salas son personas que han decidido compartir con otros su tiempo y su espacio; es decir, un momento de su vida”, comentó Angélica Vázquez del Mercado.
Comentó lo anterior en su ponencia La lectura como espacio de libertad: el Programa Nacional Salas de Lectura, que ofreció dentro del programa de actividades de México, en la X Feria Internacional del Libro de Panamá.
Indicó que dichos mediadores de lectura “son ciudadanos al servicio de una causa pública. Son, dicho en el buen sentido, unos inadaptados: no aceptan su circunstancia tal cual y buscan cambiarla: ejercen su libertad. Para ello, han encontrado en la lectura un medio, la herramienta para lograr el cambio anhelado”.
La directora General Adjunta de Fomento a la Lectura y el Libro, de la Dirección General de Publicaciones (DGP) de Conaculta, comentó que está es una de las estrategias de fomento de la lectura y el libro más exitosas que se extienden por todo México.
La funcionaria explicó que el PNSL, que actualmente cuenta con mil 987 Salas de Lectura, además de 314 Paralibros, 12 Centros de Lectura fijos, 20 en Ferias del Libro y Librobicis en la frontera con Estados Unidos, refleja el esfuerzo y la coordinación entre el Estado y la sociedad civil, pues suman ya dos mil 089 los mediadores voluntarios con los que cuenta.
Mencionó que “el éxito de esta iniciativa tiene que ver también con una feliz relación entre la federación y los estados. Ambas instancias comparten la responsabilidad en la ejecución del Programa. Unen voluntades hacia un mismo fin que es apoyar y estimular el crecimiento y desarrollo de las salas, formar más y mejores lectores que comprendan”.
Las Salas de Lectura surgieron en México hace 18 años y recibieron el primer impulso del Conaculta. En sus inicios fue una iniciativa que surtió de libros a quien deseara formar un club de lectura en su vecindario. Su propósito era que los ciudadanos compartieran su gusto por los libros, por la conversación y la convivencia en su ambiente inmediato: la sala de su casa, un patio o un espacio público accesible a la comunidad.
Conforme la iniciativa se fue expandiendo, las salas de lectura se multiplicaron por todo el país; a la fecha es considerada una de las acciones ciudadanas más exitosas de fomento a la lectura, no por cantidad como por la calidad del servicio que prestan; el principio que lo sostiene es la voluntad de sus mediadores.
Una sala de lectura no tiene puertas, ni ventanas, ni muros; es decir, sin importar su ubicación física, para que exista una sala de lectura deben confluir tres cosas: primero, un mediador o persona que fomenta la lectura para formar nuevos lectores o bien para mantener activos a los que ya lo son; una o más personas que quieran leer y, desde luego, libros y otras publicaciones, sin importar los soportes en que se encuentren.
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