Roberto Sandoval, historiador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dijo a Mi Ambiente que el ahorro de agua fue un aspecto central en las civilizaciones prehispánicas del Valle de México, visión que debe rescatarse para la sostenibilidad de las poblaciones que padece la falta de este servicio.
Malinalco, Edomex, es un ejemplo sobre la forma en que las antiguas zonas tenían del cuidado uso de agua, mediante un sistema de ahorro. Desde la época tolteca, tenían mil hectáreas de riego en forma de terrazas que le servían de muralla y canales (“apantles”) que conformaban un sistema de escalamiento para llevarla a sitios de estancamiento, llamados jagüeyes, que les brindaba zonas de jardines y de cultivo de verduras para surtir de esos productos a Tenochtitlan.
Indicó que este tipo de sistemas eran inteligentes, productivos y racionales que los mexicanos no entendimos y los destruimos, sustituyéndos con tubería y mampostería.
“Tenemos que aprenden de los antiguos mexicas y que no todas las tecnologías modernas son racionales con el agua y la tierra, sino que debemos regresar a los orígenes con estos proyectos que eran armónicos con la región”, comentó.
Señaló que perdimos esta cultura que debemos recuperar. Al paso del tiempo los mexicanos y españoles las vieron prescindibles, pero hoy sabemos que no lo eran y tenemos que rescatar esos sistemas que reflejan la sustentabilidad que desarrollaban las civilizaciones prehispánicas.
Actualmente, en México, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) indica que alrededor de 10 millones de personas enfrentan una adecuada dotación de este vital líquido en zonas urbanas y rurales, cuyo acceso a ese servicio se da con pipas, acarreada por las personas o la reciben por tandeo.
Otro ejemplo de este tipo de proyectos prehispánicos es el Pueblo Mágico de Tlayacapan, Morelos, donde se cuenta con una historia singular en sus casas antiguas que aún se conservan en la zona centro, consistente tinajas que guardaban el agua de lluvia que circulaba en sus techos en desnivel para permitir su caída al jagüey.
Investigadores de las Universidades Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) y de la Autónoma Metropolitana (UAM) consideran que esa forma sería el sistema “abuelito” de las actuales ollas captadoras de agua, existentes en diversas comunidades del país.
Este municipio, ubicado en zona alta, está rodeado por cerros que forman una olla que le impide tener ríos, pero hay ramales de agua, de ahí que sus antiguos habitantes establecieran estos sistemas de captación y que es una herencia de la época prehispánica, ya que dicho poblado tiene una historia desde los primeros asentamientos humanos y prehispánicos del centro del país, dijo a Mi Ambiente, la secretaria ejecutiva de la gubernatura de Morelos, Elizabeth Anaya.
Este poblado perteneció al reino xochimilca. Fue un sitio de paso comercial de los aztecas, xochimilcas y poblados anexos a lo que hoy es el estado de Morelos, por lo que existen ruinas arqueológicas de la época azteca.
La cabecera municipal tienen 30 iglesias del siglo XVI, inscritas en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, ante lo cual, Gerardo Gama Hernández, director de la Facultad de Arquitectura de la UAEM, dijo que la localidad se distingue por la traza de sus calles, referidas a las 32 capillas locales con cierta relación a los adoratorios prehispánicos que conjuntan una visión de una cultura basada en el agua.
Indicó que algunos de estos conventos se construyeron para captar agua y arrojarla al jagüey, hecho que se refleja en sus antiguos hogares que tienen sus puertas elevadas y su acceso es por tres escalones, como reminiscencia del aspecto religioso.
Por ser zonas protegidas por el INAH y la UNESCO, se busca que las nuevas edificaciones sean con técnicas tradicionales respetando la imagen urbana con aplanado adobe y techos de teja.
En entrevista con Mi Ambiente, dijo que “en la época prehispánica se tuvieron a los jagüeyes, posteriormente a los aljibes, que son una opción para captar el agua en pueblos que carecen de sistemas modernos de dotación del líquido; por ello, debe ser una opción de réplica en los municipios”.
Añadió que este modelo indica que los jagüeyes se copiaron en poblados de Yautepec y Tepoztlan, Morelos, en épocas de lluvia y escurrimientos pluviales, pero, igualmente, se estudia si en aquellos tiempos se replicó en otras zonas.
El presidente municipal de Tlayacapan, Paulino Amaro, indicó a Mi Ambiente que el significado de este vocablo significa “Sobre la cima de la Tierra” y cuenta con una gran historia, ya que muchos de sus pobladores resistieron a los españoles, como lo refiere Bernal Díaz del Castillo, al escribir sobre la caída de este sitio.
TRABAJAN GOBIERNO Y EMPRESAS EN FONDOS DE AGUA
En México, se trabaja en programas alternos de dotación de agua a diversas poblaciones vulnerables con el concepto de Fondos de Agua que es un grupo de mecanismos financieros implementado por la organización civil The Nature Conservancy (TNC) bajo un enfoque de manejo integrado de cuencas que promueve sinergias entre los habitantes de las partes altas de una cuenca, identificados como proveedores del servicio ambiental, y los habitantes de la parte baja de la cuenca.
Este concepto busca la conservación efectiva de las cuencas a través del desarrollo de portafolios de inversión en los cuales se mapean los servicios ecosistémicos y se proponen acciones específicas asociadas a unidades de medida. Dicho tipo de mecanismo ha sido probado por más de 10 años en diversos países de Latinoamérica y en un nuevo empuje de TNC, la Fundación Femsa y el Banco Interamericano de Desarrollo que forman parte de la Alianza Latinoamericana de Fondos de Agua. En México, se han consolidado dos Fondos de Agua: uno en Chiapas y otro en Nuevo León.
Se acaba el agua en México
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en el país 43 municipios, de un total de 2 mil 456, no cuentan con ningún tipo de sistema de acceso al agua. La Conagua informó que México pasó de tener una disponibilidad de este recurso de 18 mil metros cúbicos/habitante-año en 1950 a 4 mil 400 metros cúbicos en 2006 y se estima que para 2025 dicha disponibilidad sea de 3 mil 800 metros cúbicos/habitante-año.
OTROS CASOS DE CULTURA Y BIODIVERSIDAD
De acuerdo al Centro de Investigaciones de Ecosistemas de la UNAM, es esencial el análisis de diversas perspectivas sociales y biodiversas para entender el desarrollo cultural antiguo así como su relación ambiental y comprender las raíces de los problemas socioambientales que enfrentaron, y sopesar los puntos donde se articulan su interrelación.
Ya que es en la relación donde la cultura desarrolla los saberes que le permiten adaptarse a su ecosistema y sobrevivir en el mismo. Dichos saberes son indisociables de otros elementos que forman parte de la cultura, como las herramientas y técnicas, la organización social y el mundo simbólico que se unifican con su perspectiva territorial.
Para hablar de ello se mencionó a dos ejemplos, primero en referencia al Valle de Teotihuacán que desde la época precolombina ha registrado diversas modificaciones al paisaje con los ecosistemas modificados por las 8 tribus que habitaron esta zona y que modificaron el paisaje como una matriz compleja de fragmentos de vegetación silvestre, donde se realiza agricultura, recolección de diversas plantas y pastoreo de cabras, burros y vacas. Las milpas se encuentran intercaladas con vegetación silvestre.
Es decir que existe una gran presencia de sistemas agroforestales asociados a las milpas, ya que está se combina con árboles frutales al interior de la parcela. Los árboles nativos más valorados son los encinos, apreciados por su leña, hojas y su belleza.
Estos sistemas se mantienen en la actualidad a partir de procesos culturales y sociales como la cosmovisión, los conocimientos, las prácticas y la normatividad de la que son depositarios numerosos pueblos originarios del país. No obstante que estos sistemas se encuentran amenazados por numerosos procesos políticos, económicos y sociales, existen pueblos y organizaciones campesinas e instituciones académicas interesadas en mantenerlos por la importancia biocultural, ecológica y económica.
En segundo lugar se puede mencionar el caso de las comunidades raramuris de Ba”winokachi, en la sierra chihuahuense, que es una de las zonas prioritarias para la Comisión Nacional de Uso y Conocimiento de la Biodiversidad (Conabio) por su gran riqueza biodiversa y en donde estas personas mantienen tradiciones de interacción con su ambiente de hace siglos y que manejan el ecosistema en base a mantener una gran diversidad de especies útiles como alimento, como es el quelite de agua, que es recolectado y sembrado en las cercanías de sus hogares y milpas para que se reproduzca.
Mientras que sus milpas de maíz de autoconsumo se supedita a la poca lluvia anual, que tiene interrelación cultural, ya que estiman estas comunidades que no se cumplieron las ofrendas y fiestas que requiere Dios. Aunado a aceptar que el agua de las lluvias como los arroyos de la zona se están acabando por la deforestación que se ha permitido realizar en la sierra y cuyos aserraderos no frenan la extracción de maderas.
FOMENTO DE OLLAS CAPTADORAS DE AGUA EN LA ACTUALIDAD
En aras de establecer la posibilidad de que diversas comunidades rurales que no cuentan con sistemas de entubado de agua potable, es que las ollas de captación de agua ha sido un plan alternativo para dotarles de agua a la gente, un ejemplo es la Olla de Captación de Agua, ubicada en la comunidad de Santa María en el municipio de Chapa de Mota, Estado de México, en donde se podrá captar hasta 58 mil metros cúbicos de agua.
Al respecto, el secretario de Medio Ambiente del Edomex, Cruz Juvenal Roa, dijo que es esencial este tipo de trabajo en favor de dotar de agua a comunidades rurales y el líquido sea el detonante del desarrollo.
En entrevista con Mi Ambiente, dijo que el compromiso del Edomex en protección ambiental y mencionó que esta Olla Captadora de Agua, tendrá diversos pasos para el uso del agua como es la agricultura por goteo que ahorra el 60% del agua de un sistema de riego tradicional; así como establecer una protección y mantenimiento adecuado, ya que está infraestructura se estima que tiene una vida útil de 30 años.
Por su parte, la directora de la Fundación Coca Cola, Vivian Alegría, indicó que es esencial el detonar la conservación del agua y que ello les permite derivar en un desarrollo económico regional y, en un mejor cuidado de los árboles en las comunidades en donde se han instalado estas ollas que forman parte de su Programa Nacional de Reforestación y Cosecha de Agua.
Igualmente, explicó a Mi Ambiente que se busca generar comunidades sustentables con desarrollo social, económico y ambiental ya que la causa de la deforestación y falta de economía local y, por lo tanto se cortan árboles, así que deben darse alternativas económicas. Añadió que “esto no se podría conseguir sin el trabajo de Pronatura, el gobierno estatal y la comunidad, ya que sin todos estos actores no se podría cumplir estos compromisos, ahora es cosa de darle un adecuado uso para el bien social”.
Cabe mencionar que Pronatura, Fundación Coca Cola de 2007 al cierre de 2014 ya contamos con 16 ollas captadoras de agua pluvial. En conjunto, tienen una capacidad de más de 570,000 m3 y ya hay más estados en donde se encuentran, las 16 están distribuidas en Campeche, Durango, Guanajuato, Hidalgo (3), Estado de México (2), Michoacán, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí (2) y Tlaxcala.
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