Una vez capeado, sirva el chile en un plato, báñelo parcialmente con la salsa nogada y decore con granada roja y hojitas de perejil. De seguro a usted, lector, ya se le hizo agua la boca. Claro que no lo culpo, los platillos mexicanos tienen ese “toque” que nos atrae de forma inminente.
Reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010, la gastronomía mexicana es la más variada y una de las más complejas y condimentadas del mundo.
Hay platos que se consumen a lo largo y ancho del país y no varían, las enchiladas, por ejemplo, otros tantos que dependiendo la región, cambiarán su modo de preparación como los tamales y unos más que sólo en ciertos lugares se preparan como las tlayudas de Oaxaca o las corundas de Michoacán.
El legado prehispánico y su fusión con las costumbres del Viejo Continente más la existencia de flora y fauna únicamente oriunda del territorio nacional han logrado que México posea, sin duda, una riqueza intangible que ningún otro país en el Planeta tiene. Además, cabe hacer referencia en que somos la principal nación en cuanto a consumo de insectos, de maíz y de chile.
Desde inicios del siglo XX, la comida tradicional mexicana comenzó a ser despreciada por la burguesía porfiriana, sin embargo, años más tarde, se retomó su uso y su combinación con la alta cocina internacional han llevado a nuestros platillos y bebidas a su consumo y reconocimiento mundial.
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