Los indicadores nacionales se mueven a la baja y los muchos discursos oficiales no son suficientes para frenar la caída y la pérdida de confianza ciudadana. Crece el desempleo, la economía no encuentra la ruta de la recuperación y las amenazas sobre el horizonte son muchas y todas enormes. Pero tal vez la parte más seria sea precisamente, la forma en la que el gobierno de Felipe Calderón ha decidido hacer frente al reto que, a lo largo de más de un año se negó a reconocer. Lejos de un proyecto elaborado desde la trinchera de las alianzas, el gobierno se muestra dispuesto a la confrontación política, provoca o intenta hacerlo, el miedo en la ciudadanía y lanza amenazas y provoca desconcierto. Así, el titular de Gobernación visita Veracruz y promueve o quiere promover, un debate entre el gobernador Fidel Herrera y el eterno aspirante al gobierno estatal Miguel Angel Yunes. Y se olvida, o quiere hacerlo y busca que los veracruzanos hagan otro tanto, que en tanto el mandatario estatal encabeza un gobierno constitucional y respaldado por votos, Yunes es a lo sumo un empleado de Felipe Calderón. Y con ello, aparece el deseo del gobierno por destruir gobiernos estatales representantes de otros partidos… Al mismo tiempo, y en una aberración político ética, el PAN de César Nava, empleado de Felipe Calderón, se lanza a construir una alianza electoral con el PRD en Oaxaca para lanzar como candidato al ex priísta y ahora senador por Convergencia Gabino Cué, como candidato al gobierno de esa entidad. Y todos saben que el senador Cué no es más que un empleado de Diódoro Carrasco, otro expriísta hoy refugiado en las filas del PAN. Esta alianza, que a Calderón puede provocarle simpatías, deja ver que el interés por el poder es todo lo que prevalece. Pero ¿estaría bien una alianza PAN-PRI para vencer en el DF al PRD? Tal vez una ¿alianza nacional PRD-PRI para destrozar al PAN? ¿En dónde quedan los valores y los principios éticos y políticos? Y más importante, ¿en dónde queda el respeto al ciudadano? ¿Es lo mismo el PRD que el PAN? ¿Los insultos y acusaciones de los últimos años no importan, fueron mentira o todo puede enterrarse en aras de la ambición del poder por el poder mismo? Y si la alianza vence, ¿quién será el verdadero gobernador? ¿AMLO, Diódoro Carrasco, o el PAN, ya que todos saben que Gabino Cué sería como siempre, sólo “el empleado”?… Pero las cosas no paran ahí, El gobierno de Felipe Calderón ha desatado una campaña descomunal para que su proyecto económico para el año próximo sea aprobado sin cambios. Y para alcanzar su objetivo ha llegado al punto de sembrar el miedo en la ciudadanía como arma de presión para las oposiciones en el Congreso. Así, Calderón anunció que si no se aprobaba su proyecto de aumentos en los impuestos, no habría dinero para las vacunas contra el rebrote de la influenza. Sólo le faltó anunciar el número de posibles decesos. Y con su actitud, Calderón provoca no sólo miedo, sino incertidumbre sobre la forma en que habrá de conducir al país en la segunda mitad de su mandato. Especialmente porque poco a poco, queda claro que ante las elecciones en 10 entidades programadas para el año próximo, y ante el evidente retroceso de su partido, su gobierno ha decidido utilizar al aparato de justicia federal como un instrumento de carácter electoral. Con todo lo que ello significa… De esta manera, el panorama nacional está muy lejos de haber entrado en una etapa de recuperación. Las cosas están mal y amenazan con ser peores… Y el INEGI anunció que se llegó el mes pasado a la tasa de desempleo más alta en los últimos quince años. Y que casi son tres millones los mexicanos que no tienen trabajo. Y que del inicio del gobierno de Calderón a la fecha, el índice de desempleo pasó del 3.58% al 6.28% de la población económicamente activa. También con todo lo que ello significa. Ante esta situación económica y ante la presión social creciente, es fácil entender que el panismo tenga temores electorales: y más fácil adivinar que para evitar el colapso en las urnas se valdrá de todos los recursos a su alcance. Ya sean alianzas aberrantes como en Oaxaca, ya sea con el aparato de justicia convertido en secretaría de asuntos electorales del PAN… Pero en tanto el país se debate en este mar de incertidumbre, en el DF la ira social y por supuesto, las evidentes contradicciones políticas, hacen su aparición por medio de petardos que sin grandes daños, sí logran introducir en el ambiente social, un creciente temor que después de la balacera en el Metro puede convertirse en algo muy serio. Si a ello se le agrega el hecho de que la infraestructura de la capital es, dígase lo que se diga, insuficiente para responder a los retos actuales, como han demostrado las lluvias, tenemos una mezcla por demás explosiva. Pero esto no es todo. El ingrediente más peligroso de todo es el hecho de que la famosa colaboración entre las autoridades federales y las locales es, en el mejor de los casos, sólo formal. Resulta por demás simple en comprender que la desconfianza entre las partes es enorme. Y todos sabemos que lo que ambas partes buscan es más que otra cosa, la ruta más corta para que al contrario le vaya mal, más que solucionar las demandas ciudadanas.
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