En los límites sur del estado de Baja California, en la frontera norte de México, en las dunas de las costas del complejo lagunar Ojo de Liebre y Guerrero Negro, se rescató la proa de una canoa de 210 años de antigüedad, posiblemente fabricada por indígenas bajacalifornianos o arrastrada por las corrientes del norte, y reutilizada por los grupos que habitaron la península.
Este vestigio, encontrado en la Laguna Manuela, forma parte de una serie de descubrimientos de vestigios de canoas registrados por investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a lo largo de toda la costa bajacaliforniana del océano Pacífico, desde las Playas de Rosarito hasta El Vizcaíno; ahí también han encontrado troncos de madera que deriva de grandes árboles inexistentes en la península, como los de los géneros sequoias gigantes y rojas costeras, aprovechados por los antiguos indígenas para elaborar embarcaciones.
Asimismo, en las islas Arena y San José del Faro y la costa del Golfo de California, el INAH también ha localizado, registrado y recuperado canoas antiguas, algunas creadas y utilizadas por los grupos de la costa oeste de Estados Unidos.
En comunicado de prensa, la investigadora Laura Romero Padilla dio a conocer lo anterior, tras destacar que los descubrimientos derivan de exploraciones realizadas por el Centro INAH-Baja California, dirigidos por el arqueólogo Antonio Porcayo, en algunos casos en colaboración con la Subdirección de Arqueología Subacuática del Instituto, como en el caso del rescate de la canoa de Laguna Manuela.
La arqueóloga subacuática dijo que estos descubrimientos han sido de gran relevancia para reconstruir la historia de la navegación en Baja California, actividad que fue importante para los grupos de toda la costa pacífica de Norteamérica, no sólo marítima, sino la practicada en ríos, canales y esteros. Desde épocas muy tempranas se implementó la construcción de diferentes canoas, cuyo uso estaba en función del medio acuático que se pretendía navegar.
“Hay evidencias tempranas de las plank canoe de los indígenas chumash —amerindios del sur de California—, que datan de 950 a 1150 después de Cristo. Asimismo, los trabajos etnográficos entre los indios tolowa (tribu del norte de California) narran las travesías cuando se internaban en el mar para realizar actividades de tipo ritual, como la caza anual del león marino. Otro ejemplo a destacar son las balsas de tule y las piraguas de la costa de California, como las embarcaciones de los seri, capaces de hacer viajes intrainsulares desde Isla Tiburón a la Isla de San Esteban”.
Romero Padilla detalló que la proa de la canoa de Laguna Manuela se encontró fragmentada en tres —sobre un suelo de consistencia arenosa—, una parte asomada a la superficie y otra a menos de 20 centímetros bajo arena de duna.
Una vez excavados, los fragmentos se trasladaron a Mexicali donde se tomaron muestra para estudios de laboratorio. Hasta el momento los resultados han arrojado una antigüedad de 210 años (laboratorios de Beta Analytuc, en Florida). También en la Subdirección de Laboratorios del INAH, en la Ciudad de México, tras un análisis meticuloso bajo microscopio, se corroboró que la madera es de ciprés (Cupressus).
“No sabemos si la canoa fue hecha por los indígenas bajacalifornianos o si llegó del norte por las corrientes, porque a la costa donde la descubrimos arriba cualquier tipo de objetos; en las islas también se han encontrado troncos muy grandes de otras maderas originarias del norte del continente, que no existen en México”.
Laura Romero especificó que aún no saben si la embarcación está asociada a una cultura en específico, “no podemos afirmar si la trabajaron indígenas de Baja California o llegó por las corrientes del norte y varó en Laguna Manuela; necesitamos realizar estudios de manufactura para obtener más información”.
La arqueóloga subacuática explicó que no todas las culturas del norte trabajaron las canoas de la misma manera. La madera, por el tipo de árbol, no es la misma en toda la costa. El ciprés —que es al que corresponde esta canoa— se ha identificado como género del norte de México y suroeste de Estados Unidos, pero es necesario determinar la especie concreta para saber de dónde proviene esa madera, porque se limita a ciertas regiones.
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