El escritor chihuahuense Jesús Vargas Valdés, en su reciente publicación Villa bandolero, rescata diversos pasajes poco conocidos del Centauro del Norte, Francisco Villa, cuyas glorias como figura de la Revolución Mexicana mucho se han hablado; sin embargo, su pasado como el bandido que ganó fama en estados del norte del país había sido diluido en un aparente intento por limpiar su imagen y quitar sombras que pudieran manchar el lustre que le da ser considerado un héroe nacional.
En Villa bandolero, publicado por el sello editorial Martínez Roca, permite que este historiador presente un ser de carne y hueso, con pasajes de vida poco conocidos, que dan oportunidad de comprender mejor el liderazgo que “El Centauro del Norte” ejerció a la par de figuras como Francisco I. Madero, pese a la reticencia que ocasionaba.
En entrevista con este reportero, indicó que Villa siempre ha sido un personaje enigmático que le llama ña la atención y, tras colaborar con Taibo II en su pasado libro de Villa, es que decidió plasmar una etapa poco conocida como es el Villa bandolero, quien estuvo años viviendo a salto de mata por gusto no tanto por necesidad de dedicarse al crimen.
Ejemplo de ello, es que el propio Villa, en una entrevista indicó que se volvió bandolero tras matar a un hombre que iba a violar a su hermana, teniendo que escapar a la sierra para convertirse en ladrón. Cosa que indica, el historiador, se demostró fue falso ese hecho, simplemente, que Villa lo narró para acrecentar su imagen social.
Además que por la pobreza y falta de justicia, en la revolución se dio que muchos bandoleros se volvieran revolucionarios.
El autor ha dicho que “Villa había abandonado sus actividades ilegales para dedicarse por completo a la revolución, convirtiéndose en uno de los jefes más efectivos, pero sus éxitos personales y el triunfo del movimiento revolucionario no determinaron un cambio total en su relación con los demás. Muchos de los compañeros lo siguieron considerando como bandolero”.
Detalla que se desconoce mucho de la vida de Villa bandolero, siendo esos años de su juventud, los que le permitirán sobrevivir a persecuciones ya siendo revolucionario. Ya que, se sabía todos los caminos rurales, los atajos de la sierra y tenía a su favor la confianza de la gente.
Tras una infancia trágica y llena de penurias, como Doroteo Arango -su nombre real- dedicó la mitad de su vida, de 1894 a 1910, al abigeato y al bandolerismo: dieciséis años en los que aprendió todo lo que necesitaba para ser un guerrero eficaz. No solo entrenó hasta ser un experto tirador y un gran jinete, sino que amasó un detallado conocimiento de la geografía y los recursos de la región, que le permitieron evadir a la justicia o sus enemigos.
Aunado a que era un hombre bragado que siempre iba al frente de la tropa y no por nada llego a juntar un ejército de 30 mil hombres, a quienes siempre procuro tuvieran de comer y animales descansados.
Pero, explica la fama de bandolero le impidió seguir adelante y disfrutar los triunfos que ayudó a labrar, ya que el entonces presidente Madero le pide que se retire a una vida tranquila y honorable, desde donde vigila lo que va ocurriendo y no duda en hacerse presente cuando así lo cree conveniente.
Recuerda que las diferencias con Madero, se debieron a que no pensaban similar sobre el dotar de beneficios a la gente desde que se considero derrotado a Porfirio Díaz; narró una anécdota en Cd. Juárez, en donde Francisco Madero celebraba el triunfo de la revolución y cenaba con los empresarios fronterizos, nadie salió a ver si las tropas ya habian comido algo. Lo cual derivo en gritos y reclamos de Villa a Madero que por poco y acaban a balazos.
Otra anécdota que indica, habla de un Villa bandolero, pero con corazón es que siendo joven y pertenciendo a la banda de Ignacio Parra, apreció como uno de sus integrantes mataba sin razón alguna a un anciano, cosa que Villa denunció con Parra, quien mostró indiferencia total sobre su subalterno y sin darl importancia al hecho. Lo cual, molestó mucho a Villa, quien esa misma noche abandonó a ese gabilla de ladrones.
Concluyó que debe verse a Villa desde todos los angulos y su papel en la historia mexicana, sin criticarlo en demasía por haber sido bandolero, ni alabandolo a ultranza.
Vargas Valdés, es oriundo de Parral, Chihuahua, en donde fue asesinado Villa, es Biólogo de profesión. Desde hace 30 años se dedica a la historiografía. En 1990 se convirtió en investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, además de colaborar en un periódico con su página «La Fragua de los Tiempos», donde comparte el resultado de sus investigaciones, entre las que tienen especial presencia los movimientos sociales.
Entre otros libros publicados a su cargo están: Consuelo Uranga: La Roja, Práxedis G. Guerrero y la otra revolución posible, Máximo Castillo y la Revolución en Chihuahua, Madera rebelde: Movimiento agrario y guerrilla (1965-1965), Tomóchic: la revolución adelantada.
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