Concluido el primer paquete de reformas estructurales de la gestión del Presidente Enrique Peña Nieto, sigue instrumentación y puesta en operación del nuevo marco legislativo. Alienta la esperanza de un México diferente. Un México mejor, más justo, más equitativo. Que haga viables los objetivos de felicidad de la población. Felicidad: satisfacción suficiente y oportuna de los requerimientos físicos y espirituales de las personas. ¿Quién puede ser feliz con el estómago vacío?
Siguen reformas. De orden constitucional y leyes reglamentarias: de seguridad social; del salario de los trabajadores; de las leyes que permitan un combate eficaz a la corrupción, flagelo que bien podría agregarse a los jinetes del apocalipsis, fenómeno de aquí y de allá, de ayer y de ahora, de los nuestros y de los otros: “quien esté libre de culpa arroje la primera piedra”.
En proceso las consultas necesarias, trabajos académicos, la participación de expertos, para la construcción de iniciativas que modifiquen las leyes referidas al campo: la Reforma del Campo. Con mayúsculas, porque se trata de una reforma verdaderamente estructural. Afecta la vida de todos, y sus resultados ¡oh globalidad! se proyectan al mundo; reclama alimentos sanos y suficientes. México tiene con qué producir los necesarios para satisfacer las necesidades propias y generar excedentes destinados a mercados internacionales, que propicien equilibrios en nuestra balanza comercial.
La tarea la encabeza la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, a cargo de Enrique Martínez y Martínez, dependencia que en su nombre contiene el ámbito que deberá abarcar la reforma aunque no hay dependencia del gobierno federal ajena al asunto, desde la Secretaría de la Defensa Nacional hasta la de Turismo pasando por todas. También implica, o debiera, a los tres poderes y a los tres órdenes de gobierno.
¿Tres órdenes de gobierno? Por supuesto. Comiéncese por el que se quiera, federal o municipal, no hay jerarquización. Recuerdo a quien fuera presidente municipal de Veracruz 1991-1994, Efrén López Meza, hombre de campo. En el plan de gobierno propuesto por el ayuntamiento que encabezó, incluyó un programa de crédito “a la palabra” destinado al sector agropecuario, le ofreció buen resultado.
En desarrollo la construcción de la Reforma del Campo anunciada formalmente por el Presidente Peña Nieto en el acto conmemorativo del aniversario 99 de la promulgación de la Ley Agraria del 6 de enero de 1915, en Veracruz. Dijo entonces: “A través del diálogo y el trabajo conjunto con las organizaciones campesinas y los legisladores, este año impulsaremos la transformación al marco jurídico del sector agropecuario”.
Una transformación, Reforma, que esperamos fincada en una filosofía que privilegie la vida en todas sus formas, en todas sus manifestaciones, que considere sustentabilidad en los cuatro elementos primarios de la naturaleza: tierra, agua, aire… ¿y fuego? los incendios forestales, inevitables en el estío, espontáneos o intencionados, deben ser controlados. Atenta a un quinto elemento, el ser humano, principio y fin de la vida y por tanto de la gestión gubernamental del signo que sea: en el comienzo del proceso, producción; en su término, uso y consumo.
Entendible y atendible sin duda la consistente propuesta presidencial de sustentabilidad. Fundamento indeclinable para una Reforma garante de una evolución sana del país hacia destinos superiores.
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