Capultitla de Altamirano, Veracruz.- En el pueblo en Mixtla, con más del 80% de su población de indígena, padecer desnutrición en los menores de edad y vivir sin servicios básicos es lo común. Los adultos ven normal sufrir hambre y pobreza extrema.
Pobreza que, en distintos grados, a finales del sexenio pasado padecen casi 55 millones de mexicanos. En especial, los indígenas que, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geográfica (INEGI), suman 15.7 millones de personas, y que el 66.8% de sus viviendas no tienen drenaje y 58% de estos hogares cocina con leña o carbón.
Mixtla es una muestra de los miles de pequeños pueblos que viven sin servicios básicos, como agua potable, drenaje, empleo, alimentación, salud, etc., situación que diversas fundaciones y empresas tratan de aliviar, como es el caso de Fondo Para la Paz y LG México, que colaboran en la construcción de tinacos captadores de agua de lluvia, estufas ahorradoras de energía y sanitarios secos.
En las calles llenas de lodo, los niños van a la escuela y son contados aquellos que logran superar el nivel secundaria por la necesidad de dejar sus estudios y trabajar o emigrar de sus comunidades, donde el único trabajo de los adultos es la agricultura de autoconsumo, para migrar como mano de obra barata a Puebla, DF o Estados Unidos, derrumbando la tesis de Calderón sobre el desarrollo social y fomento al empleo, ya que uno de cada cuatro pobres en el país se sumó a esta estadística durante su sexenio.
En materia de sostenibilidad, el agua, que es un tema vital para la subsistencia humana y que con el Cambio Climático se vuelve un asunto primordial en estos rincones olvidados, sólo se obtiene por medio de tinacos de captación de agua de lluvia, con capacidad de 11 mil litros para lograr que, por poco más de tres meses, una familia tenga el líquido para su consumo en los meses de secas que van desde mayo a septiembre y que ayuden a que las mujeres ahorren las 6 u 8 horas de camino en ir y venir cada día cargando un garrafón de agua.
Debido a que en estos páramos del México rural, en las faldas de la sierra veracruzana no fueron incluidos en los planes de acceso del agua potable de José Luis Luege Tamargo, extitular de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), que antes de ser removido de su cargo, se jactó de cumplir todos sus planes hídricos, que es evidente no contemplaron a esta región e infinidad de rancherías en municipios pobres del país.
Mala planeación sostenible que se se agrega a la pérdida de masa forestal, creadora de los servicios ambientales y del agua, que con Juan Rafael Elvira, en la administración pasada, llegó a decir que sólo se deforestaban 150 mil hectáreas al año, y que diversas ONGs le desmintieron indicando que la cifra real es de 500 mil ha.
Por tal circunstancia, en esta comunidad, como en otros poblados marginados del país, ven con recelo aceptar ayudas oficiales, ya que mencionan en muchas ocasiones han sido utilizados por los políticos municipales, estatales y federales que van y les prometen las cosas, pero que no cumplen.
Ante este panorama es urgente que las nuevas autoridades ambientales, del agua, desarrollo social y agricultura, tanto a nivel federal como estatal y municipal, atiendan a esta comunidad que representa uno de miles de casos que están dispersos por todo México y que hacen que el Presidente Enrique Peña Nieto enfrente grandes retos ante su mandato en materia de desarrollo social y combate a la pobreza para lograr una adecuada adaptación al Cambio Climático y la sostenibilidad del país.
OBJETIVO: PRESERVAR SALUD Y MEDIO AMBIENTE
En entrevista con Mi Ambiente, Gerardo Tescahua, técnico comunitario de Fondo Para la Paz, joven indígena, dijo: “tenemos trabajos desde hace dos años y –lamentó-, que las autoridades locales no colaboran, sino que todo ha sido por parte de empresas como LG que patrocina el mejoramiento de la comunidad y la salud de las mujeres, ya que con estufas ahorradoras de leña y carbón no están expuestas al humo y no presentan problemas de la vista y los niños ya no padecen de gripas frecuentes.
Por ello, diversas empresas tratan de coadyuvar a que los olvidados en la sierra, en las márgenes de las costas, fuera de los polos turísticos, los pueblos en el desierto y las ciudades perdidas tengan una oportunidad de desarrollo social, humano y sustentable.
La población indígena se concentra en Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla, Guerrero, Estado de México, Hidalgo, Tlaxcala, Yucatán, Michoacán, Nayarit, Durango, Chihuahua y Sonora. Pueblos que en la gran mayoría de las veces tienen que hacer uso de energéticos a base de carbón y leña, y que, según la Comisión Nacional Forestal (Conafor), son cerca de 20 millones de mexicanos que utilizan leña como su principal energético.
SUEÑOS Y TRABAJOS PARA CAMBIAR LA REALIDAD
En una modesta escuela ubicada en el pueblo de Tlazacapixco, municipio de Tequila, Veracruz, catalogado como el municipio más pobre del estado y el cuarto a nivel nacional con más población en pobreza extrema, los niños, pese a las inclemencias del clima, al ser alta montaña y padecer de bajas temperaturas más de la mitad del año, asisten a la escuela con la mentalidad y sueños de un menor de cambiar el mundo que le rodea y cuyos pies sólo son cubiertos por unos huaraches desgastados.
Diego, María, Miriam, Diego, sonríen y dicen muy apenados querer ser maestro, doctora, licenciada en Derecho para ayudar a sus padres, y que al ser visitados por representantes de LG y Fondo Para la Paz, que instalaron un tinaco para captación de agua de lluvia y que les brinda tener mayores servicios de sanidad en su escuela de tres aulas que atiende a más de 100 niños y niñas, que con risas aceptan ahora lavarse las manos, cosa que antes no podían ante la falta del líquido.
Señalan que tener agua en su escuela es lo mejor que les ha pasado y que se sorprenden al ver el vital líquido incoloro y no con el color café al cual están acostumbrados a observar en el agua al acarrearla por horas al lado de sus madres, ya que el Cambio Climático hace cada vez más difícil y lejano obtener agua para estas comunidades.
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