El resultado de la elección tiene tantos efectos políticos que resulta difícil querer abarcarlos todos de un solo golpe. Sin embargo, es más que evidente que el proyecto de Felipe Calderón se vino por tierra de manera estrepitosa. Y a partir de ahora, la estrategia, si es que existe, no pasará de ser un movimiento mayoritariamente defensivo.
El presidente asumió el riesgo de ser el eje de la campaña panista. Y perdió. Cuando la propaganda panista demandaba a los ciudadanos dar “su apoyo al presidente”, lo que se pedía tenía más que ver con un referéndum que con una elección intermedia. Y los ciudadanos votaron masivamente en contra del llamado del PAN. Ahora, el derrotado es el Presidente Calderón.
Así, la primera de las muchas bajas en el equipo del Ejecutivo Federal fue Germán Martínez. Provocador, falto de ideas más allá del ataque a mansalva y la acusación artera sin prueba alguna. Pero las bajas apenas son contadas. Fernando Gómez Mont, titular de Gobernación, se enfrentó abiertamente a los priístas más como parte de la campaña panista, que como funcionario público. Y es obvio que su poder de interlocución quedó dañado. Juan Molinar Horcasitas, actualmente en la SCyT, se sostiene con grandes trabajos en su cargo.
El peso de la tragedia de Sonora en las guarderías del IMSS, amenaza con desbordar su silencio y podría llevarlo a una debacle política personal. Miguel Angel Yúnez, titular del ISSSTE, encabezó el operativo político del panismo en Veracruz. Prometió triunfos y grandes avances. Y la catástrofe fue total. Ahora, cuando llega la hora del recuento, los panistas quieren más que explicaciones, sanciones a quienes llevaron a su partido al fracaso. Javier Lozano, titular del Trabajo, quien ayudó con especial talento, a crear tensión y temor en las filas de los trabajadores con su soberbia, decidido afán protector a los empresarios y su creciente indiferencia ante el creciente desempleo. En el PRD la situación es por demás explosiva.
Jesús Ortega es el responsable de la tragedia perredista. La caída de la votación del partido del sol azteca en tres años, es simplemente dramática. De pelear la Presidencia de la Republica y quedarse a medio punto de distancia de su objetivo, ahora se encuentra en plena caída. Y con una división interna que podría llevar en poco tiempo, a un relevo de dirigencia que, se quiera aceptar o no, podría terminar con el retorno del equipo de Andrés López a los controles del PRD. Lo sucedido en Iztapalapa nada tiene que ver con la democracia o cosas por el estilo. Es el terreno de una descarnada lucha política entre las tribus perredistas, en la que el grupo de Jesús Ortega no sólo fue fácilmente vencido, sino que fue puesto en ridículo ante todo el mundo que quiere ver lo que sucedió. Andrés López quería Iztapalapa. Con ella en la mano, obligará a Marcelo Ebrard a una definición política. Y en esa definición Ebrard puede perder todo. AMLO al lograr su meta, tiene ahora dos partidos listos para su campaña presidencial, PT y Convergencia.
Y en lo que se refiere al PRD, está a punto de alcanzar el complemento de su gran plataforma electoral… En el caso de los priístas, no todo es miel sobre hojuelas. Beatriz Paredes ha iniciado, se acepte o no, su lucha por consolidar sus ambiciones. Y para lograrlo no vacilaría un instante en buscar la división de los priístas, tal y como lo hiciera Elba Esther Gordillo hace casi seis años. Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña tendrán que trabajar y mucho, para enfrentar el reto que la tlaxcalteca quiere plantearles.
No debe perderse de vista que, en la primera parte del gobierno de Vicente Fox, con la señora Paredes como coordinadora de los diputados del PRI, y se presentó por parte del gobierno foxista, el proyecto para “modernizar” el sector eléctrico. Se quería privatizar la parte “rica” del mercado de energía. Y el PRI se opuso. Se presentó un proyecto alterno en el que se rechazaba la “privatización de la empresa y el mercado”. Felipe Calderón negoció con la señora Paredes. Y a petición del panista la postura priísta fue modificada. Por ello los calificativos de “colaboradora” que desde el PAN se endosan a la priísta. Las elecciones ya pasaron, pero sus efectos apenas inician.
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