Las escamas de la serpiente emplumada se convierten en rostros, paisajes, tradiciones y modos de vida en la exposición Quetzalcóatl Fotográfico QF. Las más de 300 imágenes son autoría de Bob Schalkwijk, Pim Schalkwijk y Alfredo Martínez, tres fotógrafos apasionados por la diversidad del patrimonio natural y cultural de nuestro país.
Es en la terraza del Museo Regional de Yucatán “Palacio Cantón”, en Mérida, donde se enrosca una original instalación, tubular y flexible —de 30 metros de largo y 700 kilos—, que simula el cuerpo de una serpiente. Las fotografías que la recubren aparentan la piel del reptil y evocan un saber ancestral, intemporal, encarnado en la figura del dios Quetzalcóatl.
Apoyada por los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) y de Bellas Artes (INBA), la exhibición podrá visitarse a partir del 28 de junio y hasta el 15 de septiembre, en dicho recinto localizado en el Paseo Montejo, donde convivirá con otra muestra temporal, de carácter arqueológico, dedicada también a esta deidad mesoamericana que entre los mayas de la península fue conocida como Kukulcán.
La selección de 324 fotografías es resultado de los viajes emprendidos a lo largo y ancho de nuestro país por los tres fotógrafos. Andanzas que para Bob Schalkwijk comenzaron hace más de medio siglo, de manera que hizo la revista de sus archivos buscando aquellas imágenes que representaran las distintas regiones del país.
“No existe un México, hay diez, quince, veinte ‘Méxicos’, y ésa es una de las cosas que más me fascinó cuando llegué de Holanda. He viajado por el país durante toda mi estancia, que son ya 55 años, y pienso que sólo conozco un poquito”, comenta Bob Schalkwijk, quien tiene una reconocida trayectoria en la fotografía y se asume como un fotógrafo viajero.
Otro de los fotógrafos, Alfredo Martínez Fernández, interesado en la arqueología —tanto así que actualmente cursa esta carrera—, rescató de las obras de autores como Román Piña Chan y Alfredo López Austin, la permanencia del mito de Quetzalcóatl. Hoy en día, ritos y creencias indígenas siguen aludiendo a sus atributos de dios de la fertilidad.
Antiguas ciudades como Tula, Teotihuacan, Xochicalco y Chichén Itzá, donde se le rendía culto a esta deidad, aparecen en toda su magnificencia en las fotografías que componen la exhibición. También se observa a Venus posado sobre el Popocatépetl o los rituales de petición de lluvia que se realizan el 3 de mayo en Santiago Xalitzintla, Puebla, y en las montañas de Acatlán, Guerrero.
Esta diversidad de manifestaciones —dijo Alfredo Martínez—, se comprende si se considera que Quetzalcóatl es el dios creador del hombre, al que además le dio el maíz, el pulque y el calendario. También es el Señor de la Aurora, regente del planeta Venus y la Serpiente Nube de Lluvia, de ahí que fuera una deidad común entre diversas civilizaciones de Mesoamérica.
Por otro lado, el fotógrafo Pim Schalkwijk comentó que para la selección de las fotografías o “plumas” del Quetzalcóatl Fotográfico, buscó en su archivo (que cuenta con más de 500 mil fotos) imágenes de danza, arquitectura, gente, zonas arqueológicas y demás.
Se inspiró en el mito prehispánico de la creación humana, que refiere el deseo de los dioses por encontrar quien habitara la Tierra y el descenso de Quetzalcóatl al Mictlan, donde recuperó los huesos sagrados. Después de molerlos, los colocó en un recipiente de barro precioso, los bañó en sangre que extrajo de su miembro y surgieron así los nuevos hombres. Pim Schalkwijk representa a los hijos de la serpiente emplumada a través de la diversidad de entornos naturales, actividades y culturas.
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