Dijo el secretario de Agricultura, Enrique Martínez y Martínez, en Tamaulipas: en nuestro país, el sector vive grandes contrastes: desierto calcinado en el Norte, trópico húmedo en el Sur-Sureste. Productores que trabajan con la más elevada tecnología del mundo y también, por desgracia, los más, los pequeños, desprovistos de tecnología, de maquinaría y de equipo.
Los cambios climáticos afectan la producción, destacando en los primeros diez meses del presente régimen, la conclusión de una de las sequías más prolongadas en la historia; las heladas atípicas más severas y el padecimiento de los estragos de los huracanes Ingrid y Manuel, contingencia lamentable que nos ha entristecido. La pérdida de vidas humanas, del patrimonio de familias modestas, nos lacera y nos solidariza.
569 mil hectáreas afectadas, más de 100 mil unidades animales perdidas, han lastimado la economía de productores. Sin embargo, acciones en materia de seguros permitió que la mayoría de las afectaciones tuvieran debida cobertura.
Aunque es difícil hablar de ello en estos momentos, debe mencionarse: estos fenómenos también trajeron beneficios. Las presas que estaban en niveles ínfimos se han recuperado. Nuestros mantos acuíferos que se estaban abatiendo se están recargando. Más de 21 millones de hectáreas cultivables y otras tantas ganaderas se han visto beneficiadas, después de años de sequía intensa.
Esto permitirá tener un ciclo agrícola otoño-invierno alentador, tendremos una producción sobresaliente de maíz, frijol, sorgo, caña; lograremos un abasto suficiente para el consumo nacional, aunque, paradójicamente, generará el problema de precios al productor por sobreoferta.
Por eso no se vale especular sobre las circunstancias que hoy tienen lastimado a México. Debemos tener claro: no hay peligro de desabasto, ni está en riesgo la producción alimentaria del país, se supera la coyuntura y en breve recuperaremos la normalidad.
Vale mencionar: en el sexenio habremos de incorporar más de un millón de hectáreas al riego tecnificado, haciendo uso sustentable de los recursos hídricos del país.
El sector agroalimentario de México ha vivido claroscuros a lo largo de la historia. Hoy, tenemos un razonable optimismo en su futuro, porque juntos, productores y gobierno, estamos haciendo sinergia. Nos estamos transformando para dar al campo un nuevo rostro; para vencer las asimetrías y los desequilibrios en los pequeños productores. Pero, sobre todo, para que los mexicanos sigan teniendo en su mesa, alimentos sanos y nutritivos a precios accesibles. Eso es la seguridad alimentaria.
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