Para Alberto Ruy Sánchez, Simple perversión oral, de Margo Glantz, es un libro que habla de alguien que al esperar tiene la manera de subvertir la violencia de la espera y lo hace leyendo, recordando, pensando.
Dijo que el libro permite estar “pensando en amigos; pensando en los pequeños temores: ‘me dolerá la boca’; en lo que está leyendo. Es un libro que nos habla de cómo finalmente la literatura, entre otras cosas de la vida, nos ayuda no a ser subversivos, sino a ser perversos”.
Añadió que “no es un libro con la idea esta conformista, boba, de que en la vida hay que ser transgresores”, sino una propuesta literaria que muestra que existe otra fórmula, la cual es que “no hay que romper la regla, hay que darle la vuelta, pervertirla, así como periférico es lo que da la vuelta, lo que es perverso es lo que da la vuelta a la regla”.
Esto señaló Ruy Sánchez, durante la presentación de este título coeditado por la Dirección General de Publicaciones (DGP) del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y La Caja de Cerillos Ediciones.
El escritor y editor recordó que en la vida todos hemos esperado, y “esperar es una de las situaciones humanas fundamentales y hacer esperar es una de las grandes crueldades humanas. Hacer esperar gratuitamente a otros es también uno de los gestos despóticos”, dijo al referirse a la situación que desencadena esta historia: la espera de una paciente para ser atendida por su dentista.
Concluyó que “esta perversión oral, esta simple perversión oral es un libro que nos habla de la condición humana de esperar, por la condición humana de tener dientes, y es la manera más deliciosamente perversa de burlar esta condición humana y esta posible sumisión que los otros y que lo humano nos imponen que es la de esperar”.
Por su parte, Margo Glantz calificó de maravilloso el prólogo realizado por la escritora Valeria Luiselli, y sobre Carmen Segovia, quien se encargó de crear las imágenes para su libro, destacó: “hizo unas ilustraciones magníficas que dialogan con mi libro y entendió perfectamente lo que yo quería decir, pero al mismo tiempo plantea su propia visión de lo que ocurre en el consultorio”.
En Simple perversión oral, una mujer que espera a ser atendida por un dentista, reflexiona sobre los intrincados arreglos que deben hacerle en la boca, situación que la lleva a iniciar una divagación particular, que va desde sus propios dientes hasta los asuntos de las novelas que lee en diversos consultorios médicos.
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