La política forestal del gobierno federal, a través de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), está equivocada, es decir, mal planeada y ejecutada. Por tales razones, 90 por ciento de los recursos económicos que se invierten no sirven para nada; además, de lo que se reforesta únicamente logra sobrevivir el 7.6 por ciento, mientras que por otra parte, la tala arborícola supera las 715 mil hectáreas anuales porque realmente no se combate. Esa es la realidad del país en este 2011, Año Internacional de los Bosques, decretados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Cuando se habla de reforestar, se entiende que se plantarán árboles. Sin embargo, la Conafor que maneja el programa ProÁrbol, sembró desconfianzas, dudas e incertidumbre, pues el 49 por ciento de lo que plantaba fueron nopales; 1.6 por ciento, agaves y magueyes; 1.4 por ciento, especies exóticas, dijo Héctor Magallón, encargado de la campaña bosques de Greenpeace México.
Supuestamente, en 2007, el gobierno sembró 253 millones 208 mil 686 plantas, sobre una superficie de 642 mil hectáreas, según algunas cifras. De esas hectáreas, solamente sobrevivieron unas 25 mil, afirma y agrega que el costo ascendió a 2 mil 430 millones.
El porcentaje de sobrevivencia de los arbolitos es realmente pobre, 7.6 por ciento; muy bajo, porque en otros países llega a ser de hasta 50 por ciento y pudiera ser del 100 por ciento, si en vez de utilizar plantitas, usaran semilla, según ecologistas y conocedores en la materia.
Además, la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat) reportó al Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente que se reforestaron 560 mil hectáreas. En las auditorías de la Auditoría Superior de la Federación reportó que solamente encontraban información sobre la reforestación en 341 mil hectáreas y que no encontraba por ninguna parte, las restantes 219 mil hectáreas plantadas.
Para 2008, las cuentas raras continúan. De acuerdo con la Conafor se plantaron 289.6 millones de plantas, sobre una superficie de 480 mil hectáreas. Esto siembra más desconcierto porque un año antes se abarcó más superficie con menos arbolitos. Y, obviamente, el costo se incrementó este último año, subió a 2.7 miles de millones de pesos.
En la realidad, lo único que reina y permanece es la siembra de confusiones, porque después de todo, hasta el propio Presidente Felipe Calderón Hinojosa presumió su ProÁrbol durante la COP16, al asegurar a los cuatro vientos que en lo que iba de su gobierno se habían reforestado 650 mil.
Otra razón por la que el programa ProÁrbol está equivocado consiste en que únicamente se ocupa de hacer una mala reforestación e invierte también en las plantaciones comerciales, pero se olvida de reducir la tala abierta y retadora, pues ya no es clandestina.
De acuerdo con Héctor Magallón, la tala en México arrasa unas 500 mil hectáreas al año, según estudio de la UNAM; por otra parte, la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE), asevera que la deforestación en México es de 715 mil hectáreas anuales.
La OCDE coloca a México entre los primeros tres o cuatro países más deforestadores del mundo, sobre todo si se toma en cuenta que en el orbe, esta mala acción alcanza los 13 millones de hectáreas anuales.
Entre los males forestales del país, también destaca el hecho de que no se hace un Manifiesto de Impacto Ambiental para cada zona donde se hacen las plantaciones; tampoco existen políticas públicas que busquen la forma de remediar los desastres en la materia.
Además, tenemos que la producción legal de madera se redujo de 9.4 millones de metros cúbicos a 6.6 millones anuales; el mercado negro de madera anda superando los 7 millones de metros cúbicos al año; el déficit comercial del sector ascendió a 5 mil 288 millones de dólares anuales.
De acuerdo con Magallón, a principios del siglo, la pérdida total de los ecosistemas forestales de México alcanzó 47 millones 651 mil 200 hectáreas y a pesar de la creación de la Conafor, en 2000, esa tendencia se mantuvo y en 2002, menos de 51 por ciento del país conservaba vegetación primaria o poco alterada.
Es decir, se habían perdido 10 millones 328 mil 900 hectáreas de selvas húmedas, 9 millones 422 mil 300 hectáreas de selvas subhúmedas, 12 millones 900 mil hectáreas de bosques templados, 9 millones 100 mil hectáreas de matorrales xerófilos y más de 5 millones 900 mil ha de pastizales.
Los números, dice, indican que 31 millones de hectáreas del país estaba cubierto por zonas agrícolas, 18.7 millones de hectáreas era de uso pecuario y 1.27 millones de hectáreas se usaban para asentamientos humanos y áreas urbanas.
Además, para que no se pretenda tapar el sol con un dedo, cada año, se deforestan 500 hectáreas para dedicarlas al cultivo de aguacate. A eso agréguele lo que se arrasa para sembrar maíz de temporal y otros cultivos.
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