Existe una resistencia por parte de las sociedades urbanas de concebirse como escenarios multiculturales, por lo que las poblaciones indígenas que ahí habitan, particularmente los jóvenes, están creando nuevas formas de vivir sus identidades, lenguas y manifestaciones culturales en estos espacios urbanos. Ejemplo de ello es la ciudad de Querétaro, cuyos núcleos de población indígena fueron tema de investigación de los antropólogos Diego Prieto Hernández y Alejandro Vázquez Estrada.
Resultado de esta investigación es el documento Indios en la ciudad. Identidad, vida cotidiana e inclusión de la población indígena en la metrópoli queretana, editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) del gobierno mexicano, en el que participan diversos autores que describen los esquemas de movilidad y asentamiento, las estrategias de sobrevivencia, los vínculos comunitarios y redes de reciprocidad, la experiencia cultural en el medio urbano y su articulación con las instituciones del Estado.
Al respecto, la especialista María Regina Martínez comentó que los escenarios urbanos multiculturales son territorialmente inasibles y difícilmente delimitables, señalando que “en estos contextos han empezado a surgir mecanismos de resistencia cultural, debido a que las ciudades no cuentan con estructuras que permitan relaciones interétnicas, fluidas, armónicas, constructivas; la relación que se puede establecer con diferentes actores, no sólo con los diseñadores de políticas públicas sino con las poblaciones urbanas en general, se complejiza mucho.
Añadió que desde estos espacios culturales y socialmente periféricos, han surgido entre los jóvenes nuevas formas extraordinariamente creativas de imaginar su ser indígena y de provocarnos al resto de los urbanitas a sumarnos a sus experiencias.
Expresó que estas manifestaciones novedosas que incluyen la música, la fotografía, el video, el grafiti y otras distintas maneras de presentarse en el contexto urbano, obliga a redefinir el perfil de algunas de las grandes ciudades del país, como Querétaro, Guadalajara o Puebla.
La antropóloga expresó que luego de una lectura detallada a esta investigación, se descubre a un Querétaro distinto al imaginado, una urbe que en el arranque del siglo XXI nadie pensaba multicultural.
“Estas nuevas investigaciones nos permiten hacer un mejor mapa de cómo se conforma la diversidad cultural del país. No se trata de esos territorios colgados de las sierras o de regiones de refugio, sino de los corazones mismos de las grandes ciudades mexicanas”.
El etnólogo y antropólogo Andrés Medina Hernández, quien desarrolla el proyecto Los pueblos originarios de la Ciudad de México, refirió que el documento es sustancioso y redondo, con información muy rica y entrecruzada sobre temas que ayudan a mirar a la capital de Querétaro como una totalidad y reflexionar sobre las redes que crecen en diferentes direcciones.
El volumen aborda la cultura de los habitantes de la ciudad de Querétaro, “indios y no indios”, y subraya que en el siglo XX los nativos empezaron a reivindicar su derecho a ese espacio y ocuparon las zonas centrales urbanas.
Indicó que el concepto de grupo étnico o grupo etnolingüístico tiene un fondo racista. “Tenemos que reflexionar sobre cómo calificar a la organización de los pueblos indios en diferentes instancias, desde la comunidad o los barrios hasta entidades mayores que dan cuenta del lugar en que viven y de las redes que han construido”.
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