General

Tercera llamada…

Tercera llamada… tercera llamada ¿continuamos? No, tercera llamada y comenzamos. Se trata del inicio de un régimen presidencial nuevo. Una administración con una visión diferente, con una misión distinta a la de los gobiernos que le precedieron. Suponemos, porque hay compromisos formales del ahora huésped de Los Pinos, con los cuales habremos de dirigirnos, planes y programas de por medio, a metas y objetivos que provean de mejores recursos a los mexicanos hacia una vida superior.
Una vida superior, merced, entre otros valores, a la recuperación del crecimiento económico, identificada por mejor calidad en salud, alimentación, educación; en el empleo, con su consecuente ingreso suficiente para dotar a los hogares de los satisfactores que lleven a una vida digna; seguridad pública, jurídica, social, ciertas; preservación del Medio Ambiente y sus recursos. Vida superior en tanto los mexicanos, sus familias, las comunidades en que se integran, dispongan de lo necesario para alcanzar la felicidad, valor supremo del ser. Hemos dicho: felicidad es la satisfacción suficiente y oportuna de los requerimientos físicos y espirituales de las personas.
Llega al gobierno federal un partido que en su declaración de principios, en su programa de acción, en su plataforma electoral, contiene una oferta adecuada a las necesidades del México de ahora. Muchos son los rezagos de orden económico, social y político que padecemos. Muchos los pendientes. Deben resolverse. Por ello, quienes asuman las funciones gubernamentales, en el complejo de sus niveles jerárquicos, deberán cumplir a cabalidad sus responsabilidades. Desde el gobierno federal habrán de partir lineamientos que obliguen a los municipales, y a los de las entidades, a una respuesta igual; el federalismo tendrá que seguirse en todas sus consecuencias.
Enrique Peña Nieto inspira confianza. Desde su candidatura a la presidencia de la República signó los compromisos del caso. Lo había hecho como candidato al gobierno del Estado de México. Cumplió, a despecho de quienes lo niegan. Firmó compromisos, les dio una formalidad para algunos innecesaria. Es un testimonio ético, más que jurídico, muestra de una voluntad de la cual con frecuencia carecemos.
El Presidente comenzó a andar el camino a la certidumbre una vez formalizado su triunfo. Conformó un equipo de transición con hombres y mujeres de reconocidas capacidades, incluyó juventud y experiencia. Posee un denominador común, disposición a suscribir el compromiso de ser y hacer mejor.
Con base a trabajos en proceso, Enrique Peña Nieto planteó una reforma a la administración pública destinada a dotar a su gobierno de mejores herramientas para cumplir. El Congreso procesó las iniciativas del caso y de voluntad y debate surgen formas adecuadas a los propósitos. El ahora primer mandatario, aún en condición de presidente electo, realizó sendas giras internacionales para un encuentro, oportuno, con quienes ahora son sus pares. Mostró el rostro renovado de un país en vías de recuperar los valores de un prestigio diplomático perdido. Hoy, el Presidente Enrique Peña Nieto promueve la concertación de un pacto nacional para conducir a la nación por el rumbo que la ubique en el nivel del milenio, aún en sus albores, y por el cual las mayorías están dispuestas a participar. Las tareas, en desarrollo, están en buenas manos, en las manos de quienes anteponen el interés de la Patria al de los grupos que la conforman.  Bajo tales consideraciones podemos afirmar: el Presidente de México es un hombre de Estado.

Acerca de Hector Villar Barranca

El autor no ha proporcionado ninguna información.

Comentarios Cerrados

Los comentarios están cerrados. No podrás dejar un comentario en esta entrada.