Por: José Manuel López,
Luis Enrique Velasco
CAMPO Y DESARROLLO (97)
Este año, México había comprado en el exterior, 5 por ciento del maíz requerido para el abasto nacional, 20 por ciento del frijol y 70 por ciento del arroz. Desde luego, también importará pollo y pavos para enfrentar la demanda de Navidad y fin de año. No es una novedad. Así funciona el mundo globalizado, donde el consumo está por encima de la producción. El campo no es más que una mercancía, sujeto a las leyes económicas. Las sociales se dejan para que las cumpla el que viene atrás.
Un caso típico de estas respuestas se tiene en lo que señala el presidente de la Coordinadora Nacional de las Fundaciones Produce, A. C. (Cofupro), Mauricio Lastra Escudero, quien sostiene que ante las variables económicas y climáticas que enfrentan, a nivel mundial, los pequeños productores, la agricultura familiar agroecológica es una opción viable para promover la seguridad alimentaria. Lo dijo al participar en la “Séptima Edición del IICA“, con el tema “La Innovación para la Seguridad Alimentaria: Agricultura Familiar”, celebrado en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington, EU. Expuso que, de acuerdo a la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos, en México se desperdician 30 mil toneladas de comida, si se rescatara el 66 por ciento de ella se terminaría con la pobreza alimentaria de 26 millones de mexicanos. Dicho organismo sólo ha podido aprovechar 340 toneladas, pero podría alimentar a 1.3 millones de persona. Señaló que en México hay 26 millones de personas que presentan condiciones de pobreza alimentaria, de quienes 20 millones pertenecen a zonas rurales, por ello, dijo, se deben establecer políticas públicas que fomenten la incorporación de los centros de abasto en su totalidad para evitar desechar los alimentos y en conjunto, gobierno federal, sociedad civil y empresas, llevar los alimentos a quienes están en pobreza alimentaria y ante expertos en esta materia solicitó dejar a un lado los preceptos de que la agricultura familiar está relacionada con la pobreza. “Es una forma de vida que hay que adoptar para apoyar a todo un sistema para solucionar los problemas globales”, dijo.
CATÁSTROFE EN PUERTA
Por ahora, las emisiones de gases de efecto invernadero de la humanidad se encuentran fuera de control. Si. Están 14 por ciento por arriba de lo que debería estar. Por lo tanto, si los gobiernos nacionales no realizan sus mejores esfuerzos e invirtiendo muchísimo más dinero de lo previsto, para el año 2020 se estarán generando 58 mil millones de toneladas al año de dióxido de carbono que provoca el calentamiento climático global. Además, con relación al año 2000, se está generando actualmente 20 por ciento más GEI’s, según el último informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, elaborado por 55 científicos y 43 expertos de 22 países. Como se recordará, el compromiso que propuso ONU para evitar que la temperatura global se incremente dos grados centígrados más en 2010, era de una reducción del 50 por ciento de las emisiones. Sin embargo, los países ricos como Estados Unidos, Canadá y Japón se opusieron, al igual que lo hicieron algunas de las naciones emergentes como China e India. Es más, la Unión Europea propuso un 20 por ciento y también fue rechazado. Ahora, el avance del calentamiento climático podría ser irreversible, lo que sería más que terrible, pues ello llevaría a subir 2 ó más grados centígrados la temperatura media mundial, lo que aceleraría en 10,000 por ciento la extinción de la biodiversidad, después de eso, la siguiente desgracia sería la paralización de las corrientes marinas, lo que causaría que los océanos se queden sin nutrientes y sin oxígeno, lo que llevaría a la sexta gran extinción masiva. Además de que los polos sufrirían un era gélida, mientras que el trópico se calentaría más. Para evitar estas desgracias descritas, la humanidad tendría que emitir solamente 44 mil millones de toneladas anuales para el 2020 y no las 58 mil que se generarán de seguir con la misma tendencia que se tiene actualmente.
SUEÑOS SEDUCTORES DE UN DF LIMPIO. Los sueños guajiros de la titular de la secretaría de Medio Ambiente Distrito Federal, Martha Delgado, de tener días libres de contaminantes se esfumarían de ipso facto si permitieran una auditoría con las medidas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud o con las que aplica la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. Aquí, en la ciudad de México existen topes permisibles muy grandes, muy superiores a los estándares internacionales, por eso presumen un echo que es para lamentar profundamente, pues eso mata a 4,000 personas al año, hecho que sabe el gobierno del Distrito Federal, el gobierno federal, así como otras estancias locales y federales. Martha Delgado es tan mala funcionaria medioambiental y una regular cantante de boleros que debería pensar seriamente en cambiar de actividad. Así solamente desgraciaría las canciones, no la ciudad ni la salud de los chilangos. Además, mañosamente, no se miden más del 60 de los contaminantes que pululan en el aire que se respira en la capital mexicana.
CHICLES DE MÁS DE MÁS $58,000. Aunque usted no lo crea y le parezca chusco, eso de echar un chicle a la calle, de verdad que le sale caro al erario público de la capital mexicana. Pues ahí tiene que la coordinación ejecutiva de conservación del espacio público del Centro Histórico pagó 58,414.5 pesos por limpiar la calle peatonal Francisco I Madero, que va del Eje Central al Zócalo. Retiraron 77,886 chicles que los transeúntes tiran al piso. Cuesta 75 centavos recoger cada cicle; por cierto que la tarifa ya subió, porque el penúltimo reporte que dio el funcionario, se pagaba un tostón por cada cicle que se mandó retirar. Además, entre lo paradójico esta el hecho de que el costo del chicle es de 25 centavos y quitarlo del piso, 75. Ya saben que tirar un chicle en la vía pública, tiene un costo.
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