México tiene una gran tradición futbolera. La alegría con que se practica este deporte y la facilidad de realizarlo en cualquier lugar lo convierten en el referente ideal de los retos de la vida. Cada gol que se anota al rival se celebra con la máxima satisfacción de que es capaz el ser humano y, al final, el triunfo significa conquistar la meta más anhelada, a cuya consecución no importa ni horas de entrenamiento como tampoco cansancio o desgano. Acariciar el triunfo es tanto como vencer todas las adversidades que se encuentran en el camino, pero como es un juego de equipo las individualidades carecen de sentido si no cuentan con el esfuerzo conjunto de los compañeros, cuyo ánimo comparten. La lucha permanente tras la victoria es algo similar a quien busca, por todos los medios, combatir la obesidad con la misma disposición que lo hace el futbolista desde que pisa el césped hasta que levanta la corona del triunfo final. Con sacrificio, sí, pero también con alegría. Esa es la belleza de enfrentar los retos cotidianos con la excelsitud del ánimo. Recomienda el secretario de Salud, Jose Angel Córdova Villalobos.
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