El río Magdalena es el único caudal “vivo” en la Ciudad de México. Hoy es la única corriente natural de agua aún es perceptible en la ciudad, pues el resto fue entubado derivado de un proceso que inició en los años cincuenta del siglo pasado. Pero no goza de buena salud y, ante ello, la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI) auspicia una serie de proyectos para su rescate.
El caudal unió en el pasado casi una veintena entre ríos y canales. Aunque la calidad del agua en su nacimiento es excelente, conforme avanza registra rastros de contaminación antropogénica.
Uno de los proyectos que se empeñarán en su rescate se vincula a la promoción de la captación de agua de lluvia en la zona y, otro, el mejoramiento en la eficiencia del uso de la energía en sus tres plantas: dos para potabilizar el recurso, y una para el tratamiento de aguas residuales, además de la propuesta de sistemas de tratamiento de aguas descentralizados para eliminar descargas y reducir la contaminación.
Estos trabajos de investigación científica forman parte del nuevo plan de rescate anunciado por la Jefatura de Gobierno, con el que se pretende, a partir de un enfoque diferente, recuperar de manera definitiva este cuerpo de agua que formó tiempo atrás parte de una extensa red de lagos, ríos y canales en la cuenca del Valle de México.
Nace a tres mil 600 metros de altura en el cerro San Miguel, en una zona de bosque templado en la Sierra de las Cruces. En su curso baja por el Parque Nacional de los Dinamos e ingresa con cauce abierto a la ciudad en varias colonias de la alcaldía Magdalena Contreras.
Luego, atraviesa el Periférico hasta llegar a la presa Anzaldo, de donde gran parte del caudal direcciona al Interceptor Poniente, mientras que el resto sigue en un tramo entubado por avenida Río Magdalena, que cruza las avenidas Revolución e Insurgentes, continuando entubado por Chimalistac (av. Paseo del Río); a la altura del templo de Panzacola (2240 msnm), y recupera el cauce abierto, el cual pasa por los Viveros de Coyoacán. Más adelante se encuentra con el río Mixcoac, y ambos forman el río Churubusco, donde se vuelve a entubar de manera definitiva.
La doctora Alma Chávez Mejía está al frente del proyecto “Mejoramiento de los procesos de potabilización y tratamiento de agua residual y uso de tecnologías descentralizadas en los 21 proyectos de regularización como estrategia auxiliar para el aseguramiento hídrico de río Magdalena”, quien refirió que las descargas que se realizan con todo tipo de residuos domésticos y comerciales, orgánicos e inorgánicos, afectan considerablemente la calidad del agua a lo largo de su cauce.
Este primer impacto tiene como consecuencia la afectación en la eficiencia energética de las tres plantas consideradas. Por esta razón, “uno de nuestros objetivos primordiales es eliminar el potencial de contaminación del agua que usan las plantas potabilizadoras para que mantengan una calidad uniforme a lo largo del año”.
Varias acciones en este sentido se han realizado en el pasado, pero para la investigadora del Instituto de Ingeniería de la UNAM, han carecido de evaluación y seguimiento, lo que ha limitado el potencial de mejora e impactos en un futuro a corto, mediano y largo plazo.
Entre los problemas que presenta el polígono en el que se encuentra el río son los asentamientos humanos irregulares (según el Programa Delegacional de Desarrollo Urbano de la Magdalena Contreras) y comerciales que se hallan en algunos sectores de los 20 kilómetros de longitud que tiene el río en su parte expuesta, cuya corrida de agua se integra en varios de sus tramos a zonas dedicadas al ecoturismo.
A partir del denominado “segundo dinamo” es posible registrar contaminación, mientras que en el “primer dinamo” ya son, incluso, visibles las descargas a las cuales se suma lo arrastrado a su paso, acumulándose todo aguas abajo en el área urbana, donde luce como si fuera una descarga residual, a pesar de ser todavía un río.
El proyecto propone la implementación de un sistema de captación de agua de lluvia para frenar la toma clandestina para uso doméstico y comercial que, por marco jurídico, se encuentra prohibida. “Lo que pretendemos es que, en algunas casas de la zona del Lindero de la Cañada, Cazulco Ocotenco y Ladera de Zayula, que son sitios con potencial de aprovechamiento, tengan su propio sistema de abastecimiento”, dijo Chávez Mejía.
La idea consiste en concientizar a la población sobre la viabilidad y bondades del método, que permite la utilización de manera segura del agua como alternativa de abastecimiento, porque “los sistemas de captación de lluvia son factibles para las zonas con precipitación arriba de 800 mm anuales, y existen sitios con registros de hasta mil 200 mm que es el caso de esta parte de la alcaldía Magdalena Contreras”, destacó la investigadora.
Además de la captación y potabilización del agua de lluvia, se pretende proponer un sistema descentralizado de tratamiento de agua residual para disminuir la contaminación que hace una descarga al río.
El método planteado es a través de un pretratamiento (que puede ser, por ejemplo, el de digestión anaerobia), para después enviarla a un sistema de humedales y luego darles un reúso, sea para riego de huertos, áreas abiertas, o canalizarla al río, pero ya con un tratamiento y cumpliendo con la norma de descarga.
Así, el impacto ambiental será menor. Se busca, en la medida de lo posible, un estado llamado “descarga cero”, el cual consiste en el reciclado completo de agua tratada: colección de agua de lluvia → uso → generación de agua residual → tratamiento → reúso o descarga final.
“En estas condiciones el agua que llega al río estaría menos contaminada, y después, cuando llegue a la planta, se le daría el tratamiento pertinente. De hecho, el mismo río, con su dinámica, reduciría algunos contaminantes”, dijo la especialista en ingeniería ambiental. El río Magdalena, como todos los ríos, tiene un poder de autodepuración, pero no el suficiente como para combatir las cantidades de contaminantes que en la actualidad recibe.
La segunda parte del proyecto busca incrementar la eficiencia del uso de la energía en las dos plantas potabilizadoras y en la de tratamiento de aguas residuales. También se explorará la posibilidad de reusar el agua que trata, pues en la actualidad, el recurso después de recibir tratamiento, vuelve a ser vertido al río cuando puede ser utilizado para riego agrícola, jardines y áreas verdes, o fomentar la creación de humedales, los cuales dan lugar a ecosistemas acuáticos y terrestres.
El plan de trabajo considera tres etapas. La primera es el diagnóstico socio-ambiental próximo a iniciar. La segunda, consiste en la elaboración de una propuesta de mejora del funcionamiento de los componentes de las plantas potabilizadoras y de tratamiento de aguas residuales, así como el posible manejo de los subproductos generados.
Y la tercera está destinada a la creación de estrategias para la implementación de un plan de operación continua y confiable con miras al aseguramiento hídrico de la zona, y para la aplicación de las tecnologías descentralizadas de abastecimiento y saneamiento de sistemas consolidados.
Sin duda, el aseguramiento hídrico para el río es posible mediante mejoras en los procesos (potabilización y tratamiento) existentes, cambios en la filosofía de operación, mejora en la eficiencia energética y la introducción de tecnologías descentralizadas en los asentamientos consolidados de la zona de estudio, puntualizó la Chávez Mejía.
Los resultados esperados en el proyecto financiado por la SECTEI buscan un impacto ambiental positivo para los habitantes y visitantes de la zona a corto, mediano y largo plazo, así como para el entorno ecológico, y en un segundo plano, que las estrategias sean replicables para zonas con similares condiciones.
El trabajo que se realice proporcionará igualmente una base científica integral multidisciplinaria dentro de la política de gestión urbana que promueve estrategias de remediación y uso sostenible de sistemas naturales a través de la concertación de la población y los tomadores de decisiones.
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